Un estudio realizado por la Oficina Nacional de Investigación Económica encontró que las mujeres que trabajan de forma remota tienen más probabilidades de experimentar reveses profesionales en comparación con sus homólogos masculinos. Los investigadores atribuyeron esta disparidad a varios factores, incluida la mayor carga del cuidado de los niños y las responsabilidades domésticas que a menudo recaen sobre las mujeres, así como la falta de visibilidad y oportunidades para establecer contactos y avanzar profesionalmente que conlleva el trabajo remoto.
Las universidades, que han estado a la vanguardia de la adopción del trabajo remoto durante la pandemia, no son una excepción a estos desafíos. La evidencia anecdótica sugiere que las académicas enfrentan barreras adicionales para avanzar en sus carreras mientras trabajan de forma remota. La ausencia de presencia física en el campus puede obstaculizar su acceso a redes informales, oportunidades de tutoría y colaboraciones de investigación, que son esenciales para el crecimiento y el reconocimiento profesional.
Además, el trabajo remoto puede exacerbar las desigualdades de género existentes en el mundo académico. Las mujeres ya están subrepresentadas en puestos de liderazgo y ganan salarios más bajos en promedio que los hombres. Los acuerdos de trabajo remoto pueden amplificar estas disparidades al dificultar que las mujeres negocien ascensos, aumentos salariales y otras oportunidades de mejora profesional.
Para mitigar estos desafíos y garantizar que el trabajo remoto beneficie a todos los empleados por igual, las universidades y organizaciones deben implementar estrategias proactivas para apoyar las carreras de las mujeres. Estos pueden incluir:
1. Proporcionar recursos y apoyo dedicados a las mujeres, como programas de tutoría virtual, oportunidades de establecer contactos y talleres sobre avance profesional.
2. Alentar a los gerentes a comunicarse periódicamente con las empleadas, asegurarse de que se satisfagan sus necesidades y ofrecer orientación y apoyo para su desarrollo profesional.
3. Implementar políticas que aborden los desafíos específicos que enfrentan los padres que trabajan, como horarios de trabajo flexibles y licencia parental remunerada, para ayudar a equilibrar las responsabilidades laborales y familiares.
4. Promover una cultura que valore la inclusión y la diversidad, y desafiar activamente los prejuicios y estereotipos de género que pueden obstaculizar el progreso profesional de las mujeres.
Al tomar estas medidas, las universidades y organizaciones pueden crear un entorno de trabajo remoto más equitativo e inclusivo que permita a las mujeres prosperar y tener éxito en sus carreras.