Esqueleto de ballena barbada en el Museo de Historia Nacional de París. Crédito:Mark Clementz
Hoy en día, los crecientes niveles de dióxido de carbono en la atmósfera están calentando el planeta. El cambio climático puede alterar el equilibrio de los ecosistemas y contribuir al peligro y la extinción de algunas especies. Una nueva investigación sugiere que un período de vulcanismo intenso en los Andes centrales puede ser el eslabón perdido en la historia de los cambios climáticos pasados que llevaron a la extinción de los antiguos mamíferos marinos. Mark Clementz y Barbara Carrapa presentarán sus hallazgos en la reunión de GSA Connects en Denver.
Si bien a menudo escuchamos sobre el importante papel que juegan las emisiones humanas de dióxido de carbono en el clima actual, gran parte de nuestra comprensión del clima actual y futuro se basa en la larga historia de clima variable de la Tierra. Muchos factores afectan el ciclo del carbono:el carbono se mueve entre la atmósfera, los océanos, las rocas, el suelo y los seres vivos.
Hace entre 7,6 y 5,4 millones de años, el planeta experimentó un período de enfriamiento rápido conocido como el evento de enfriamiento del Mioceno tardío. Esto estuvo acompañado de cambios masivos en las comunidades de plantas y animales tanto en la tierra como en los océanos. Hasta hace poco, el enfriamiento se atribuía a la extracción de dióxido de carbono de la atmósfera por la meteorización de silicatos del Himalaya.
Clementz y Carrapa proponen un factor contribuyente diferente:un gran aumento del vulcanismo en los Andes hace unos siete millones de años. Explican que los Andes estaban posicionados para entregar cenizas a los océanos Pacífico y Atlántico, proporcionando nutrientes a los océanos globales que estimularon una explosión de vida.
Los pequeños organismos marinos llamados diatomeas utilizaron estos nutrientes para prosperar y, a su vez, los mamíferos marinos que se alimentaban de ellos, como las ballenas barbadas, también prosperaron. Dado su enorme tamaño, un gran número de mamíferos marinos podría almacenar una gran cantidad de carbono. Al excretar sus desechos en aguas poco profundas, las ballenas reciclan los nutrientes de vuelta a esas comunidades de diatomeas, y el ciclo continúa creando lo que se conoce como "floración biogénica", una explosión de vida.
“Pero puede haber sido un caso en el que contribuyeron a su propia muerte”, explica Carrapa. Demasiados nutrientes en el agua pueden provocar la proliferación de algas tóxicas, un posible factor estresante que contribuyó a las extinciones que siguieron a este período de florecimiento de la vida.
Otra posibilidad es que las cenizas del vulcanismo en curso podrían haber envenenado el aire. Clementz y Carrapa planean un trabajo futuro para buscar evidencia que pueda distinguir entre estos posibles impulsores de la extinción. Los aumentos observados en la productividad biológica pueden haber contribuido al enfriamiento y la extinción al alterar importantes hábitats marinos poco profundos.
Si bien los volcanes emiten dióxido de carbono a la atmósfera, la historia del ciclo del carbono pasado reunida por Clementz y Carrapa sugiere que, bajo algunas condiciones, el vulcanismo podría inducir disminuciones netas en el carbono atmosférico.