La investigación, publicada en la revista Nature Neuroscience, empleó una técnica de vanguardia llamada "microscopía de dos fotones" para visualizar la actividad de células nerviosas sensoriales individuales en la piel de ratones vivos. Esta técnica, combinada con modelos computacionales, permitió a los investigadores rastrear cómo se detectaban y transmitían al cerebro los cambios en la temperatura de la piel.
Como era de esperar, las imágenes mostraron que cuando la piel estaba expuesta al calor, las células nerviosas disparaban señales que indicaban un aumento de temperatura, mientras que la exposición al frío desencadenaba señales que indicaban una disminución de la temperatura. Sin embargo, los investigadores también observaron un sorprendente nivel de complejidad en las respuestas de las células nerviosas.
"Descubrimos que las células nerviosas no responden simplemente a la temperatura promedio de su entorno", explicó el investigador principal, el profesor David A. Steen. "En cambio, eran sensibles a la velocidad a la que cambiaba la temperatura y respondían de manera diferente dependiendo de si la temperatura aumentaba o disminuía".
Esta intrincada sensibilidad a la dinámica de la temperatura sugiere que nuestro sentido del tacto puede ser mucho más sofisticado de lo que se pensaba anteriormente. Insinúa la posibilidad de que podamos detectar cambios sutiles de temperatura a lo largo del tiempo, como el calentamiento gradual de una taza de café o el enfriamiento de una brisa en un día de verano.
Además, las imágenes proporcionaron información sobre el papel de los vasos sanguíneos en la regulación de la temperatura de la piel. Los investigadores observaron que los vasos sanguíneos cerca de las células nerviosas se expandían cuando la piel se exponía al calor, lo que permitía que fluyera más sangre al área y la enfriara. Por el contrario, cuando la piel estaba expuesta al frío, los vasos sanguíneos se contraían, limitando el flujo sanguíneo y conservando el calor corporal.
Al revelar estas intrincadas interacciones entre las células nerviosas, los vasos sanguíneos y el tejido circundante, el estudio profundiza nuestra comprensión del sentido del tacto. Los hallazgos podrían tener implicaciones para el desarrollo de nuevas terapias para aliviar el dolor y otros trastornos sensoriales, así como para el diseño de materiales que proporcionen un confort térmico óptimo en la ropa, la ropa de cama y otras aplicaciones.
Como concluye el profesor Steen:"Estas imágenes ofrecen una mirada sin precedentes a la intrincada maquinaria que nos permite percibir el mundo que nos rodea a través de nuestro sentido del tacto. Es una visión fascinante de la compleja biología que sustenta nuestra capacidad de sentir e interactuar con nuestro entorno". ".