1. Opciones de transporte limitadas: Sin un automóvil, es posible que las personas tengan que depender del transporte público o de los servicios de viajes compartidos para llegar a las tiendas de comestibles. Esto puede agregar gastos adicionales a sus viajes de compras, como tarifas de autobús o tren, taxis o viajes compartidos, o el costo de la gasolina si piden prestado o alquilan un automóvil.
2. Ubicaciones de tiendas incómodas: Las tiendas de comestibles en zonas de bajos ingresos suelen estar ubicadas en lugares menos convenientes, como barrios residenciales alejados o en calles muy transitadas sin acceso peatonal seguro. Esto puede dificultar que las personas sin automóvil lleguen a estas tiendas, especialmente si tienen movilidad limitada o llevan bolsas de supermercado pesadas.
3. Menos opciones de compra: Los vecindarios de bajos ingresos pueden tener menos tiendas de comestibles en comparación con las áreas más prósperas. Esta competencia limitada puede resultar en precios más altos, ya que hay menos opciones para que los residentes elijan.
4. Tamaños de tiendas más pequeñas: Las tiendas de comestibles en áreas de bajos ingresos suelen ser más pequeñas en comparación con las de áreas de mayores ingresos. Esto puede significar una selección más limitada de productos y precios más altos, ya que las tiendas pueden tener que cobrar más para cubrir los costos de operar una tienda más pequeña.
5. Menos acceso a productos frescos: Las zonas de bajos ingresos pueden tener menos opciones para los productos frescos, ya que estos artículos pueden ser más caros y requerir condiciones especiales de almacenamiento y transporte. Este acceso limitado puede conducir a una dieta menos nutritiva y posibles consecuencias para la salud de los residentes.
6. Desafíos de comprar al por mayor: Las personas sin automóvil pueden tener dificultades para comprar alimentos al por mayor, lo que a menudo puede generar ahorros de costos. Sin la capacidad de transportar grandes cantidades de alimentos, es posible que tengan que hacer viajes más frecuentes a la tienda, lo que se suma en términos de costos de transporte y tiempo invertido.
7. Recursos por tiempo limitado: Las personas que tienen varios trabajos o tienen otras limitaciones de tiempo pueden tener menos tiempo para investigar y comparar los precios de los comestibles. Esto puede llevar a realizar compras sin considerar las mejores ofertas, lo que genera costos generales más altos.
8. Factores sociales y económicos: Las personas de bajos ingresos pueden enfrentar desafíos adicionales, como viviendas inestables, falta de oportunidades laborales y acceso limitado a la atención médica, lo que puede agravar el impacto de los mayores costos de los alimentos en su bienestar general.
Para abordar estos desafíos se requieren soluciones sistémicas, como mejorar la infraestructura del transporte público, aumentar el acceso a opciones alimentarias asequibles y nutritivas y apoyar iniciativas locales que tengan como objetivo reducir la inseguridad alimentaria en las comunidades de bajos ingresos.