Al pagar en efectivo, las personas pueden tener más en cuenta el intercambio físico de fondos. La naturaleza tangible del efectivo nos recuerda los recursos finitos que tenemos, creando una sensación de inmediatez y una barrera psicológica contra el gasto excesivo. Además, el acto de contar y entregar efectivo puede proporcionar una pausa que impulse a las personas a reconsiderar sus compras.
Por otro lado, los métodos de pago distintos del efectivo pueden reducir el impacto psicológico del gasto. La ausencia de dinero físico facilita que las personas autoricen transacciones sin comprender plenamente las consecuencias financieras. La conveniencia y la fluidez de los pagos digitales crean una sensación de desapego de los fondos reales que se utilizan. Este desapego puede conducir a mayores gastos y, en algunos casos, incluso a una pérdida de control sobre los hábitos financieros.
Otro factor que contribuye a la prima no monetaria es la disponibilidad de crédito. Al utilizar una tarjeta de crédito, los consumidores pueden gastar más allá de sus reservas de efectivo actuales, lo que puede llevar a una mentalidad de "gastar ahora, pagar después". Esto puede resultar en la acumulación de deuda, especialmente cuando los saldos de las tarjetas no se administran de manera efectiva.
Curiosamente, la prima no monetaria no es un fenómeno generalizado. Para algunas personas, el uso de métodos de pago distintos del efectivo podría generar una reducción del gasto. Esto es particularmente cierto para quienes establecen presupuestos estrictos o practican la atención plena al realizar compras. Sin embargo, para muchos, la facilidad de los pagos digitales y la desconexión psicológica del dinero físico pueden contribuir a un mayor gasto.
En conclusión, los hallazgos del estudio enfatizan la importancia de comprender cómo los métodos de pago influyen en el comportamiento del consumidor. Las compras no monetarias pueden generar un mayor gasto en comparación con las transacciones en efectivo debido a factores como la reducción de las barreras psicológicas y la disponibilidad de crédito. Este conocimiento permite a los consumidores tomar decisiones informadas sobre sus métodos de pago y practicar la prudencia financiera.