Miedo a represalias: Los abogados generales pueden mostrarse reacios a tomar medidas contra los delitos corporativos debido al temor a represalias por parte de los líderes o la junta directiva de la empresa, quienes pueden estar directa o indirectamente involucrados en el delito.
Intereses en conflicto: La lealtad de los abogados generales hacia la empresa y sus ejecutivos puede entrar en conflicto con sus obligaciones éticas y legales de informar posibles actividades delictivas.
Autoridad limitada: En algunos casos, los abogados generales pueden carecer de autoridad para tomar medidas contra los delitos corporativos, ya que el poder de toma de decisiones final a menudo recae en el director ejecutivo o la junta directiva de la empresa.
Presión para cumplir los objetivos comerciales: Los abogados generales pueden sentirse presionados a priorizar el éxito y el crecimiento financiero de la empresa, lo que puede llevarlos a pasar por alto posibles actividades delictivas que podrían perjudicar los resultados de la empresa.
Desconocimiento del derecho penal: Los abogados generales son principalmente expertos en derecho corporativo y es posible que no tengan suficiente conocimiento del derecho penal para identificar y comprender posibles infracciones penales.
Complejidad de las estructuras corporativas: Las corporaciones modernas suelen tener estructuras complejas, con múltiples subsidiarias, afiliadas y empresas conjuntas, lo que puede dificultar que los abogados generales controlen todas las fuentes potenciales de actividad delictiva.
Presiones externas: Los abogados generales pueden estar sujetos a presiones externas de accionistas, inversores o agencias reguladoras, que pueden influir en su proceso de toma de decisiones y disuadirlos de tomar medidas contra los delitos corporativos.
Aplicación selectiva: Las agencias gubernamentales encargadas de hacer cumplir la ley pueden tener recursos limitados y pueden priorizar el procesamiento de ciertos delitos sobre otros, lo que puede reducir la probabilidad de que los delitos corporativos sean detectados y procesados.
Discreción procesal: Los fiscales tienen discreción para decidir qué casos perseguir y pueden tener en cuenta factores como la naturaleza y gravedad del delito, la cooperación de la empresa y el impacto potencial del procesamiento en los empleados y accionistas de la empresa.
Falta de orientación clara: Puede haber una falta de orientación clara por parte de las agencias reguladoras y los legisladores sobre las responsabilidades específicas de los abogados generales en la prevención y detección de delitos corporativos, lo que puede contribuir a la inconsistencia e incertidumbre en su enfoque.
Cultura organizacional: La cultura general y los estándares éticos de la empresa pueden influir en la capacidad del abogado general para detectar y abordar delitos corporativos.