Las reglas de la práctica jurídica están muy localizadas. Cada país establece reglas que determinan cómo los abogados califican profesionalmente y qué se les permite hacer.
Cuando un abogado con licencia para ejercer en un país presta servicios legales en otro país, se le conoce como práctica jurídica transfronteriza o transnacional. Muchos países tienen regulaciones que restringen los servicios que pueden brindar los abogados extranjeros.
Las restricciones varían de un país a otro. Por ejemplo, en Nigeria, los abogados extranjeros no pueden ejercer ningún tipo de derecho (el derecho nigeriano, el derecho de su país de origen o el derecho internacional) a menos que tengan una licencia como abogado local.
Un estudio reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos encontró que la restricción de la práctica legal transfronteriza era la forma más común de restricción comercial entre 50 países encuestados. La barrera más restrictiva fueron los requisitos de nacionalidad o residencia.
Estas restricciones tienden a justificarse por dos motivos:proteger al público de profesionales del derecho incompetentes; y proteger a los abogados locales contra la competencia de abogados extranjeros.
Pero estos enfoques regulatorios no consideran la facilidad con la que la tecnología permite la prestación de servicios legales a través de fronteras.
Mi investigación doctoral se centra en el papel de la tecnología en la práctica jurídica transfronteriza. Exploro la capacidad de la tecnología para hacer que la práctica del derecho no tenga fronteras.
En un artículo reciente, sostuve que debido a que la tecnología es transnacional, está alterando las nociones tradicionales de jurisdicción y regulación en relación con la práctica del derecho a través de fronteras. Aunque las regulaciones son esenciales para el funcionamiento adecuado de cualquier sociedad, particularmente porque sirven para proteger a los usuarios de los servicios, cuando dichas regulaciones sofocan la innovación y la competencia, en realidad hacen que los servicios sean inaccesibles e inasequibles para las mismas personas que pretenden proteger.
Por lo tanto, alentaría a los reguladores legales a revisar las reglas actuales sobre la práctica transfronteriza. Esto es particularmente necesario en países que realizan mucho comercio directo entre sí y en aquellos con sistemas legales similares.
En mi investigación, identifiqué tres formas en que la tecnología afecta la práctica legal transfronteriza:
La tecnología de la comunicación ha hecho posible que los abogados ofrezcan servicios jurídicos a través de fronteras. Los clientes pueden acceder a estos servicios desde cualquier parte del mundo.
El resultado es que han surgido bufetes de abogados virtuales. Sus prácticas separan los servicios legales de las limitaciones geográficas.
Además, los despachos de abogados subcontratan cada vez más tareas como la revisión y redacción de documentos. Las empresas que brindan este servicio pueden tener su sede en países como India y Filipinas, donde los costos laborales son más bajos. Algunas de las más grandes son Lex Outsourcing en India y Flatworld en Filipinas. Integreon y Axiom también son actores importantes en este mercado y operan desde múltiples ubicaciones, incluidos EE. UU. y el Reino Unido.
Producen trabajo de alta calidad y utilizan tecnología para trabajar desde cualquier parte del mundo, independientemente de si sus abogados tienen licencia para ejercer en el país donde se utiliza el trabajo. Dada esta realidad, es necesario reevaluar las leyes restrictivas que rigen las actividades legales transfronterizas.
Los abogados están utilizando la tecnología para crear firmas que existen "virtualmente":no tienen presencia física. Pueden proporcionar servicios legales rentables porque no mantienen oficinas físicas. Conocida como NewLaw, esta tendencia permite a los abogados ofrecer servicios innovadores a un coste menor que los despachos de abogados tradicionales.
La tendencia crea oportunidades para que los abogados participen en la práctica jurídica transfronteriza. También les ayuda a navegar diferentes regímenes regulatorios.
Como resultado de los avances tecnológicos, en particular la comunicación fluida entre fronteras a través de Internet, las normas de práctica jurídica transfronteriza redactadas teniendo en cuenta la localidad y los límites territoriales físicos no son efectivas para regular las actividades que ocurren en línea. Por tanto, es necesario reconsiderar y adaptar estas normas.
La tecnología jurídica puede automatizar, ayudar y mejorar diversos aspectos de la práctica jurídica. Según una estimación de McKinsey, el 23 % del trabajo de los abogados se puede automatizar y realizar de forma más eficiente.
En un estudio de 2018, un modelo de IA completó una tarea de revisión de contrato en 26 segundos con una precisión del 94%, mientras que 20 abogados altamente experimentados tardaron 92 minutos en completar la misma tarea con una tasa de precisión del 85%.
La tecnología legal tiene potencial para generar documentos legales y realizar investigaciones legales utilizando bases de datos con vastos depósitos de información de múltiples jurisdicciones. Esto podría mejorar la capacidad de los abogados para atender a los clientes en transacciones transfronterizas.
En 2021, el mercado mundial de tecnología jurídica estaba valorado en 29.800 millones de dólares y se prevé que alcance los 68.040 millones de dólares en 2034.
Esto demuestra que no se puede ignorar la influencia de la tecnología en la práctica jurídica.
Mis hallazgos muestran que los enfoques regulatorios deben adaptarse a la naturaleza cambiante de la práctica legal transfronteriza.
Sin embargo, para países en desarrollo como Nigeria, el proceso de liberalización de la práctica jurídica transfronteriza no es nada sencillo. Nigeria, con una población que supera los 200 millones, tiene menos de 200.000 abogados. Sólo hay un abogado por cada 1.000 nigerianos. En cambio, Brasil, un país con una población similar a la de Nigeria, tiene alrededor de 2 millones de abogados. Tiene la proporción de abogados por ciudadano más alta del mundo, con un abogado por cada 164 personas.
Las investigaciones han demostrado que muchos nigerianos no pueden permitirse servicios legales.
A pesar de estas barreras, el proteccionismo persiste.
Los esfuerzos de liberalización deben reconocer la globalización de los servicios legales, posible gracias a la tecnología, y al mismo tiempo valorar la singularidad de los sistemas y tradiciones legales locales.
Las regulaciones actuales sobre la práctica jurídica transfronteriza corren el riesgo de volverse obsoletas si estas cuestiones no se consideran cuidadosamente.
Proporcionado por The Conversation
Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.