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    La mayoría de los países no aceptan una proporción justa de refugiados. Así es como podríamos incentivarlos

    Crédito:Unsplash/CC0 Dominio público

    Desde su introducción en 1951, la convención de la ONU sobre refugiados ha sido la base del sistema global de refugiados. Define quién es un refugiado y describe los derechos que le corresponden.



    Más de 70 años después, el mundo está más conectado y la naturaleza de la migración y el asilo ha cambiado. El ministro del Interior del Reino Unido, James Cleverly (al igual que su predecesora, Suella Braverman), ha sugerido que dichos tratados migratorios ya no son adecuados para su propósito.

    En un discurso reciente en Estados Unidos, Cleverly señaló acertadamente que la migración "ha sido acelerada... por la tecnología y el transporte modernos", y que hoy a nivel mundial, el 3,6% de las personas son inmigrantes. Cleverly no mencionó que esta proporción se ha mantenido sorprendentemente estable durante los últimos 60 años.

    Sin embargo, aquí debemos hacer una distinción entre la migración en general y el número de refugiados. Si bien la proporción de migrantes en general se ha mantenido estable, el número de refugiados se ha más que duplicado en la última década, pasando de casi 17 millones en 2013 a 36 millones en 2023. Esto se debe principalmente a los conflictos prolongados en Siria, Afganistán y Ucrania. Esto ha llevado a millones a huir de la guerra, la persecución y la violencia en sus países de origen.

    Teniendo esto en cuenta, Cleverly tiene razón:el sistema mundial de asilo enfrenta desafíos importantes. Esto se debe a que algunos países están asumiendo más responsabilidad que otros. No es, por tanto, un sistema verdaderamente global.

    Hoy en día, el 70% de los refugiados son acogidos en países vecinos de donde huyen. En la mayoría de los casos se trata de países en desarrollo. En el Líbano, los refugiados representan el 15% de la población. En marcado contraste, en el Reino Unido la proporción es del 0,5% y en Japón del 0,01% (según datos de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados y del Banco Mundial para 2022).

    Mientras que unos pocos países asumen la mayor parte de la responsabilidad por los refugiados, muchos otros evitan la cooperación. El resultado es que muy pocos refugiados pueden llegar a un lugar seguro. Según la ONU, a nivel mundial, solo alrededor del 4 % de los refugiados en 2022 pudieron acceder a planes de reasentamiento y viajar a un país de destino de forma segura y legal.

    Muchos países ofrecen rutas seguras y legales a las personas que necesitan protección. El Reino Unido reasentó a 4.396 personas en 2023 y tiene programas de visas humanitarias para personas de Ucrania, Hong Kong y Afganistán. Pero hay muchas más personas que buscan protección en otras partes del mundo. A falta de rutas seguras y legales, muchos intentarán ingresar a países como el Reino Unido por medios irregulares, como pequeñas embarcaciones.

    La convención sobre refugiados describe qué deben hacer los estados para ofrecer protección y apoyo y a quién. Sin embargo, no tiene ningún mecanismo para garantizar que la responsabilidad se comparta equitativamente entre los estados.

    Desafíos políticos

    Inteligentemente señaló correctamente que "cualquier enfoque de la migración global que no esté arraigado en la cooperación internacional está condenado al fracaso". La respuesta no es simplemente eliminar los tratados migratorios actuales, sino aprovecharlos, creando un sistema que satisfaga las necesidades de protección de los refugiados y al mismo tiempo requiera que los estados compartan la responsabilidad de manera equitativa.

    Los académicos han explorado durante mucho tiempo la posibilidad de un mecanismo legalmente vinculante para garantizar que la protección de los refugiados se comparta de manera responsable. Pero un sistema así parece imposible en el clima político actual.

    Los países más ricos se muestran escépticos a la hora de aceptar más refugiados y el sentimiento antiinmigración va en aumento. Estados Unidos, Australia e Italia no lograron respaldar acuerdos internacionales recientes, no vinculantes, sobre responsabilidad compartida en materia de migración y protección de refugiados. Gran parte de la oposición a estos acuerdos fue promovida en línea por grupos de extrema derecha y antiinmigrantes.

    A pesar de esta dificultad política, podría haber formas de incentivar a los Estados a asumir más responsabilidades, sin un sistema jurídicamente vinculante. Una sugerencia es introducir un índice global, administrado por la agencia de refugiados de la ONU, que clasifique públicamente a los países según lo que están haciendo para proteger a los refugiados.

    Los Estados contribuyen de diferentes maneras a la protección de los refugiados, incluso acogiéndolos, creando vías legales para la protección y proporcionando fondos a la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados. Un índice que tuviera en cuenta todo esto dejaría más claro qué países están haciendo más o menos.

    La evidencia de otros sectores sugiere que se puede incentivar a los gobiernos a realizar cambios para mejorar su imagen y reputación. Por ejemplo, se ha descubierto que la denuncia y la vergüenza por parte de la ONU y de organizaciones no gubernamentales reducen los asesinatos patrocinados por el Estado, como durante las guerras civiles, y los índices globales pueden ayudar a combatir la corrupción.

    La reputación internacional también puede desempeñar un papel en el desarrollo de políticas migratorias, como vimos con la introducción de políticas migratorias generosas para los ucranianos.

    De la seguridad a la integración

    Un sistema global de refugiados también requiere una discusión más cooperativa y menos polarizada sobre la migración, una que reconozca el efecto que el fenómeno puede tener en algunas comunidades locales, pero también las inmensas luchas de los refugiados y la necesidad de trabajadores extranjeros de las economías europeas.

    Es necesario trabajar más en los países de acogida para ayudar a los refugiados a integrarse y evitar la marginación y la discriminación. Esto podría realizarse a través de intercambios culturales entre ciudadanos y refugiados, como deportes, clases de cocina o idiomas.

    Varios estudios han demostrado que promover las interacciones de los ciudadanos con los inmigrantes y refugiados y su exposición a ellos puede mejorar el entendimiento mutuo y reducir los prejuicios.

    Las investigaciones sugieren que compartir las historias individuales de los inmigrantes, en lugar de cifras y hechos, podría tener un papel más importante a la hora de fomentar opiniones positivas sobre la inmigración.

    Proporcionado por The Conversation

    Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.




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