La investigación conlleva riesgos, por lo que los participantes deben estar protegidos y apoyados tanto como sea posible. Crédito:bangoland/Shutterstock
La investigación académica no siempre es abstracta o teórica. Tampoco tiene lugar en el vacío. La investigación en muchas disciplinas diferentes a menudo se basa en el mundo real; su objetivo es comprender y abordar los problemas que afectan a las personas y al medio ambiente, como el cambio climático, la pobreza, la migración o los peligros naturales.
Esto significa que los investigadores a menudo tienen que interactuar y recopilar datos de una amplia gama de personas diferentes en el gobierno, la industria y la sociedad civil. Estos se conocen como participantes de la investigación.
Durante los últimos 50 años, la relación entre el investigador y el participante ha cambiado fundamentalmente. Anteriormente, los participantes de la investigación eran vistos simplemente como objetos de estudio. Tuvieron poca participación en el proceso de investigación o sus resultados. Ahora, los participantes son vistos cada vez más como socios colaborativos y co-creadores de conocimiento. También hay muchas maneras en las que pueden interactuar con los investigadores. Este cambio ha sido impulsado en gran medida por la necesidad de investigación que sea relevante para el mundo actual, así como un mayor reconocimiento de la diversidad de personas y culturas, e Internet, las redes sociales y otras herramientas de comunicación.
En este contexto, las prácticas de investigación ética son más importantes que nunca. Sin embargo, las pautas y estándares para la ética de la investigación varían entre países e instituciones. Las expectativas también pueden variar entre disciplinas. Por lo tanto, es un buen momento para identificar los temas clave en la ética de la investigación humana que trascienden las diferencias institucionales o disciplinarias.
Cuestiones a tener en cuenta
Soy presidente desde hace mucho tiempo de uno de los comités de ética de la investigación de mis instituciones y realizo capacitación en ética de la investigación para investigadores y gerentes en todo el sur de África. También he publicado sobre ética de la investigación. Con base en esta experiencia y en otros trabajos realizados sobre el tema, sugiero que hay cinco cuestiones éticas críticas que los investigadores deben considerar.
Gestión de vulnerabilidades: Los participantes de la investigación, especialmente en el mundo en desarrollo, pueden ser potencialmente vulnerables a la coerción, la explotación y el ejercicio del poder blando.
Esta vulnerabilidad puede surgir debido a las desigualdades sociales, económicas, políticas y culturales sistémicas, que son particularmente marcadas en los países en desarrollo. Y puede verse amplificado por las desigualdades en la atención médica y la educación. Algunos grupos en cualquier sociedad, entre ellos menores, personas con discapacidades, presos, huérfanos, refugiados y personas con condiciones estigmatizadas como VIH y SIDA o albinismo, pueden ser más vulnerables que otros.
Este problema se puede manejar considerando cómo es el grupo de participantes y asegurándose de que el proceso de recopilación de datos no aumente las vulnerabilidades existentes.
Obtención del consentimiento informado: Esta es una condición previa clave para la participación en cualquier estudio. Primero se debe informar a los posibles participantes sobre la naturaleza del estudio y los términos y condiciones de su participación. Eso incluye detalles sobre el anonimato, la confidencialidad y su derecho a retirarse.
Luego, el investigador debe asegurarse de que el participante potencial comprenda esta información y tenga la oportunidad de hacer preguntas. Esto debe hacerse en un idioma y usando palabras que la persona pueda entender. Una vez realizados estos pasos, el participante puede dar su consentimiento informado. El consentimiento informal (verbal o cualquier otro no escrito) es más apropiado si los participantes no saben leer y escribir o son particularmente vulnerables.
Proteger a las personas: El principio general de proteger a los participantes en la investigación se articuló en el histórico Informe Belmont. El informe surgió de una comisión nacional en los EE. UU. en la década de 1970 para considerar los principios de ética de la investigación. Pidió a los investigadores en cualquier estudio que demuestren la no maleficencia (el principio de no hacer daño) y se aseguren de proteger tanto a los participantes como a sus datos.
Esto se puede hacer en diferentes etapas a lo largo del proceso de investigación:disminuyendo el potencial de riesgo o daño a través de un diseño cuidadoso del estudio; proporcionando apoyo o servicios de asesoramiento a los participantes durante o después de la recopilación de datos; y manteniendo la confidencialidad y el anonimato en la recopilación y presentación de datos. Finalmente, los datos personales deben protegerse o desidentificarse si se almacenan para su posterior análisis.
Gestión de riesgos: Las posibles fuentes de riesgo o daño para los participantes deben, en la medida de lo posible, identificarse y mitigarse cuando se diseña el estudio. El riesgo puede surgir en cualquier estudio, ya sea en el momento de la recopilación de datos o después. A veces, esto es inesperado, como cuando la recopilación de datos se vuelve más peligrosa debido a disturbios civiles o bajo las restricciones de COVID-19.
Es importante que los investigadores proporcionen los detalles del servicio de apoyo o asesoramiento para los participantes en caso de que sea necesario. Cualquier compensación entre riesgo y beneficio puede considerarse a través de un análisis de riesgo-beneficio. Pero los investigadores deben ser realistas acerca de cualquier beneficio potencial que pueda resultar de su estudio.
Defender los derechos humanos: Los investigadores tienen responsabilidades:con sus disciplinas, financiadores, instituciones y participantes. Esto significa que no deben ser simplemente analizadores pasivos de datos. En su lugar, deben ser modelos a seguir positivos en la sociedad buscando soluciones, abogando por el cambio y defendiendo los derechos humanos y la justicia social a través de sus acciones.
Las actividades de investigación, especialmente las que involucran a los participantes, deben abordar y encontrar soluciones a los problemas locales y globales. Deben generar resultados sociales y ambientales positivos. Este debería ser el contexto para todo tipo de actividades de investigación en un mundo del siglo XXI.
Hacer que suceda
Cada vez más, existen códigos de ética de la investigación nacionales e internacionales, que guían a los investigadores en diferentes campos. Un ejemplo es la Declaración de Singapur de 2010 sobre la integridad de la investigación. Enfatiza los principios de honestidad, responsabilidad, cortesía profesional y equidad, y buena administración de los datos. Estas son las características no solo de los investigadores éticos, sino también de los buenos investigadores.
Estos principios y procesos deberían hacer que la investigación sea menos riesgosa y proteger los derechos de los participantes al generar confianza entre investigadores y participantes. Estos principios también pueden ayudar a que la investigación sea más transparente, responsable y equitativa, lo cual es fundamental en un mundo cada vez más dividido y desigual.
Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original. Investigadores proponen un marco para la comunicación ética de la investigación en la era de la información