Cuando a un individuo se le presenta comida tentadora que desencadena el deseo de comer impulsivamente, se activa la corteza prefrontal, responsable de la toma de decisiones y el control de los impulsos. Sin embargo, en casos de alimentación impulsiva, la capacidad de la corteza prefrontal para inhibir conductas impulsivas suele verse debilitada.
Las investigaciones han demostrado que recordar activamente fracasos pasados en el control de los hábitos alimentarios puede ayudar a fortalecer el control inhibidor de la corteza prefrontal. Al recordar situaciones específicas en las que perdieron el control y se entregaron a una alimentación impulsiva en el pasado, las personas pueden crear una asociación negativa entre la alimentación impulsiva y las consecuencias negativas que experimentaron como resultado. Esta asociación negativa puede actuar como un elemento disuasivo contra la alimentación impulsiva en el momento presente.
Esta práctica de recordar fracasos puede ser particularmente efectiva si las personas practican la atención plena mientras recuerdan sus experiencias pasadas. La atención plena implica estar plenamente presente en el momento y observar pensamientos y sentimientos sin juzgar. Al practicar la atención plena mientras recuerdan los fracasos, las personas pueden observar objetivamente las consecuencias negativas de comer impulsivamente sin sentirse abrumados por la culpa o la vergüenza.
Al recordar activamente fracasos pasados en el control de los hábitos alimentarios y practicar la atención plena, los individuos pueden fortalecer el control inhibidor de su corteza prefrontal y crear una asociación negativa con la alimentación impulsiva. Este enfoque proporciona una herramienta poderosa para combatir la alimentación impulsiva y promover opciones alimentarias más saludables a largo plazo.