El permafrost, o suelo congelado durante dos o más años, se extiende sobre unos 14 millones de kilómetros cuadrados en el hemisferio norte, el 15% de la superficie terrestre del hemisferio. Las temperaturas frías limitan la descomposición de material orgánico, lo que convierte a los suelos de permafrost en un importante sumidero de carbono. Pero el aumento de las temperaturas debido al cambio climático está derritiendo el permafrost y permitiendo que los microbios descompongan el carbono almacenado. El resultado es una liberación de gases de efecto invernadero, lo que crea un circuito de retroalimentación que impulsa aún más el calentamiento de las condiciones climáticas.
Los científicos han investigado los numerosos factores que afectan al permafrost y su papel en el ciclo del carbono, incluidos los cambios en la vegetación, los períodos de congelación y descongelación, los incendios forestales y otros eventos perturbadores, durante los últimos 20 años. En un nuevo artículo de revisión publicado en el Journal of Geophysical Research:Biogeosciences , Tratar, et al. analizó la amplitud del conocimiento sobre el tema para comprender mejor cómo el cambio del permafrost de sumidero de carbono a fuente de carbono en el hemisferio norte podría afectar los objetivos climáticos.
El equipo concluyó que las regiones terrestres de permafrost en el hemisferio norte siguen siendo en general un pequeño sumidero neto de dióxido de carbono. Pero las regiones de humedales con permafrost, especialmente en Eurasia, muestran altas emisiones de metano. También observaron que hay una menor absorción de dióxido de carbono en latitudes más altas, y que el sumidero más fuerte se encuentra en el oeste de Canadá.
Los autores señalan que hay cambios en las cantidades de gases de efecto invernadero según el tipo de modelo utilizado y la densidad de datos disponibles. Para calcular los balances de carbono a nivel regional, sugirieron una recopilación continua y coordinada de datos de campo y de sensores. Los investigadores también concluyeron que mapas y modelos mejorados, acompañados de mediciones de dióxido de carbono y metano durante todo el año en más áreas, mejorarían la precisión general de las mediciones del flujo de carbono en las regiones de permafrost.
Más información: Claire C. Treat et al, Permafrost Carbon:Progreso en la comprensión de las existencias y flujos en los ecosistemas terrestres del norte, Revista de investigación geofísica:biogeociencias (2024). DOI:10.1029/2023JG007638
Proporcionado por la Unión Geofísica Estadounidense
Esta historia se republica por cortesía de Eos, organizada por la Unión Geofísica Estadounidense. Lea la historia original aquí.