Los ácidos siempre contienen un ion hidrógeno (H+), que es la característica definitoria de un ácido. Cuando un ácido se disuelve en agua, libera iones H+ en la solución, lo que le da a los ácidos su sabor amargo y sus propiedades corrosivas. La fuerza de un ácido está determinada por la concentración de iones H+ que puede liberar.