El circuito sensoriomotor consta de neuronas sensoriales, interneuronas y neuronas motoras. Las neuronas sensoriales reciben la señal del tacto y las interneuronas procesan la señal y la transmiten a las neuronas motoras. Luego, las neuronas motoras envían una señal a la branquia, provocando que se retire.
Para que se produzca el aprendizaje asociativo, la actividad de las neuronas sensoriales debe estar vinculada a la actividad de las neuronas motoras. Esto se logra mediante un proceso llamado potenciación a largo plazo (LTP), que aumenta la fuerza de las sinapsis entre las neuronas.
La LTP es un proceso complejo que involucra varios genes, cada uno de los cuales desempeña un papel específico en la regulación de la expresión de la LTP. Por ejemplo, un gen, CREB1, codifica un factor de transcripción que promueve la expresión de genes implicados en la LTP. Otro gen, PKA, codifica una quinasa que activa CREB1.
Por tanto, la respuesta a la pregunta "¿Cuántos genes se necesitan para aprender?" No es un número único, sino más bien una red compleja de genes que interactúan para regular el proceso de aprendizaje asociativo.