El pez modificado, creado mediante la inserción de un gen de la hormona del crecimiento del salmón Chinook en el genoma del salmón del Atlántico, madura dos veces más rápido que otros salmones de piscifactoría, puede crecer hasta duplicar su tamaño y requiere una alimentación mínima. Sin embargo, la modificación genética ha generado preocupación entre algunos ambientalistas, grupos de consumidores y tribus indígenas, quienes argumentan que el pez podría representar riesgos para las poblaciones de salmón salvaje si escapa al ecosistema y se cruza con el salmón salvaje, diluyendo su acervo genético.
En noviembre de 2019, grupos ambientales y de defensa del consumidor presentaron una demanda contra la FDA, alegando que la agencia no había realizado una evaluación ambiental adecuada antes de aprobar el salmón genéticamente modificado. El caso aún estaba pendiente en 2023 y el salmón AquAdvantage no había comenzado a venderse en el mercado estadounidense.
Mientras tanto, el salmón ya está disponible para la venta en Canadá y la Unión Europea, donde ha generado reacciones encontradas. Las tribus indígenas canadienses han expresado su preocupación por los posibles impactos negativos en la población de salmón salvaje y se han opuesto a su introducción. En la UE, el pescado transgénico ha enfrentado resistencia por parte de algunos grupos de consumidores y minoristas, lo que ha llevado a una aceptación limitada en el mercado.
En general, la introducción del Frankenfish, o salmón genéticamente modificado, ha provocado debates y controversias debido a las preocupaciones sobre sus posibles impactos ambientales y la aceptabilidad del consumidor. La venta comercial más amplia de pescado genéticamente modificado en Estados Unidos aún no se ha hecho realidad, ya que los desafíos legales y regulatorios siguen desempeñando un papel sustancial en la configuración de su disponibilidad en el mercado.