Investigadores de Estados Unidos evaluaron la capacidad de perros y niños pequeños para leer señales sociales humanas y hacer inferencias sociales sobre individuos y situaciones novedosos.
Mientras que los perros superan a los bebés humanos en algunas tareas, los bebés humanos superan a los perros en otras.
Sin embargo, las similitudes en cómo los perros y los bebés humanos hacen inferencias sociales son sorprendentes, lo que sugiere que la capacidad de comunicar y comprender información social puede ser una adaptación evolutiva profunda que se comparte entre especies.
Estudios anteriores han demostrado que tanto los perros como los bebés humanos pueden comprender gestos como señalar, pero la nueva investigación sugiere que también comparten la capacidad de utilizar una variedad de señales sociales para hacer inferencias sobre las intenciones de individuos desconocidos.
En el primer experimento, los investigadores mostraron a 21 perros y 36 niños pequeños un vídeo de una persona conocida abriendo y mirando una caja, antes de colocarla en uno de dos lugares.
La edad promedio de los niños fue de 22,5 meses, mientras que la edad promedio de los perros fue de 3 años y 2 meses.
Después de este entrenamiento, se evaluó la capacidad de los niños pequeños y los perros para encontrar el objeto detrás de una pared, después de que un adulto hubiera mostrado interés en el objeto, ya sea mediante la mirada directa, señalando o una combinación de mirada y señalamiento.
Los perros se desempeñaron significativamente mejor en la condición de mirada más punto, al igual que los niños pequeños, mientras que ambos se desempeñaron mucho peor cuando la mirada y los gestos de señalar entraron en conflicto.
En un segundo experimento, los investigadores investigaron la capacidad de perros y niños pequeños para comprender el significado de las expresiones faciales humanas.
Tanto a los perros como a los bebés humanos se les mostraron pares de fotografías, cada una de las cuales mostraba una expresión de enojo o felicidad.
Los participantes fueron entrenados mediante una tarea de selección iterativa para elegir entre pares que coincidían o no coincidían para la expresión.
Para probar si ambas especies estaban interpretando las expresiones correctamente, a los participantes se les mostró un tercer conjunto de imágenes y se les pidió que localizaran otra imagen que coincidiera con la expresión emocional (enojado o feliz).
Los niños pequeños obtuvieron mejores resultados que los perros en la fase de entrenamiento de esta tarea, pero no hubo diferencias en la capacidad de las especies para categorizar el tercer conjunto de imágenes de prueba.
Esto fue cierto tanto para individuos desconocidos, pero no para rostros familiares.
Finalmente, en la tercera parte del estudio, los investigadores probaron si los perros y los niños pequeños podían utilizar múltiples señales sociales (mirada y orientación de la cabeza) para hacer inferencias sobre la ubicación de un objeto oculto.
Los perros y los niños pequeños eran significativamente más propensos a buscar el objeto en la dirección en la que estaba orientada la cabeza de la persona, en relación con la dirección de la mirada de la persona.
No hubo diferencias significativas entre las dos especies en esta tarea.
En conjunto, estos resultados proporcionan la primera comparación directa de las capacidades de cognición social entre perros y bebés humanos, lo que sugiere una profunda adaptación evolutiva en la comunicación social que se comparte entre especies.
Los hallazgos se publican en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.