Los investigadores sostienen que los primeros homínidos, como el Homo erectus, pueden haber utilizado el fuego para crear claros en la densa vegetación, lo que los habría hecho menos vulnerables a los depredadores. Estos claros también habrían proporcionado a los primeros humanos otras ventajas, como una mayor visibilidad, un mejor acceso a los recursos y un lugar para socializar y cocinar.
La hipótesis está respaldada por evidencia de sitios arqueológicos en Sudáfrica, como la cueva Wonderwerk, que contiene evidencia del uso humano del fuego que se remonta a más de 1 millón de años. La cueva contiene hogares, depósitos de cenizas y huesos quemados, lo que sugiere que los primeros humanos usaban el fuego para cocinar, calentarse y protegerse.
Los investigadores también se basan en el comportamiento de los primates modernos, como los chimpancés y los bonobos, que utilizan el fuego para limpiar la vegetación y crear espacios seguros. Por ejemplo, se ha observado que los chimpancés utilizan el fuego para despejar zonas para dormir y alimentarse, y para protegerse de los depredadores.
La hipótesis de que los primeros homínidos utilizaban el fuego para crear espacios seguros aún se está probando, pero proporciona una perspectiva nueva e interesante sobre el papel del fuego en la evolución humana. Si la hipótesis es correcta, sugeriría que el fuego fue una herramienta importante que ayudó a los primeros humanos a sobrevivir y prosperar en un entorno desafiante.