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    La variabilidad de la vida cotidiana puede haber influido en la evolución al menos tanto como actividades raras como la caza mayor.
    Crédito:Unsplash/CC0 Dominio público

    Piensa en dar un paseo:adónde debes ir, qué tan rápido debes moverte para llegar allí y si necesitas llevar algo para llevar los resultados de tu recado.



    ¿Vas a hacer este paseo con alguien más? ¿Caminar con un amigo cambia tu preparación? Si vas a caminar con un niño, ¿recuerdas llevar un suéter extra o un refrigerio? Probablemente lo hiciste, porque las personas varían intuitivamente su plan dependiendo de sus necesidades y situaciones actuales.

    En mi investigación como antropóloga, me he centrado en la evolución del caminar y correr humanos porque me encanta la flexibilidad que las personas aportan a estos comportamientos. Los seres humanos en todo tipo de entornos a lo largo del espacio y el tiempo varían qué tan lejos llegan, cuándo van y qué buscan (ya sea comida, agua o amigos) en función de una multitud de factores, incluyendo la estación, la luz del día, los rituales y la familia.

    Los antropólogos dividen sus estudios sobre la actividad humana en dos categorías amplias:lo que la gente necesita hacer (incluido comer, mantener con vida a sus hijos, etc.) y qué soluciones se les ocurren para satisfacer esas necesidades.

    Cómo las personas mantienen con vida a sus hijos es una cuestión clave en mi investigación porque tiene un impacto directo en la supervivencia de una población. Resulta que los niños sobreviven si están con adultos. Por este motivo, es un universal humano que las mujeres lleven cargas pesadas todos los días, incluidos los niños y su comida. Este comportamiento basado en las necesidades parece haber sido una parte importante de nuestra historia evolutiva y explica bastantes aspectos de la fisiología humana y la morfología femenina, como el centro de masa inferior de las mujeres.

    Las soluciones a otros problemas clave, como específicamente qué alimento llevarán las mujeres, varían según el tiempo y el espacio. Sugiero que estas variaciones son tan integrales para explicar la biología y la cultura humanas como las necesidades mismas.

    Impactos de actividades poco comunes

    Los científicos evolucionistas a menudo se centran en cómo los rasgos hereditarios beneficiosos se transmiten a la descendencia cuando proporcionan una ventaja de supervivencia. Con el tiempo, un rasgo puede volverse más común en una población cuando proporciona una solución útil.

    Por ejemplo, los investigadores han hecho grandes afirmaciones sobre la influencia que ha tenido la caza persistente a través de la carrera de resistencia en la forma en que evolucionó el cuerpo humano. Esta teoría sugiere que derribar presas corriendo hasta el agotamiento ha llevado a la propia capacidad de los humanos para correr largas distancias, al aumentar la capacidad de los humanos para sudar, fortalecer el soporte de la cabeza y garantizar que nuestras extremidades inferiores sean livianas y elásticas.

    Pero la caza persistente ocurre en menos del 2% de los casos de caza registrados en una importante base de datos etnográfica, lo que la convierte en una solución extremadamente rara a la necesidad de encontrar alimento. ¿Podría una forma de locomoción tan rara e inusual haber tenido un impacto lo suficientemente fuerte como para seleccionar el conjunto de rasgos adaptativos que convierten a los humanos en excelentes atletas de resistencia en la actualidad?

    Quizás la caza persistente sea en realidad una estrategia alternativa, que proporcione una solución sólo en momentos clave cuando la supervivencia está al límite. O tal vez estas capacidades sean sólo efectos secundarios de la caminata cargada que se realiza todos los días. Creo que un mejor argumento es que la capacidad de predecir cómo moverse entre estrategias comunes y poco comunes ha sido el motor de la capacidad de resistencia humana.

    La influencia de la vida cotidiana en la evolución

    La caza en sí, especialmente la de los grandes mamíferos, no es omnipresente, a pesar de la frecuencia con la que se habla de ella. Por ejemplo, los antropólogos tienden a generalizar que las personas que vivieron en el Ártico incluso hace cien años sólo consumían carne de animales cazados por los hombres. Pero en realidad, el trabajo etnográfico original revela una imagen mucho más matizada.

    Las mujeres y los niños participaban activamente en la caza, y era una actividad fuertemente estacional. La pesca costera, la recolección de bayas y el uso de materiales vegetales eran vitales para el sustento diario de la población del Ártico. Pequeños grupos familiares utilizaban canoas para buscar comida en la costa durante parte del año.

    Durante otras temporadas, toda la comunidad participó en la caza de grandes mamíferos, llevándolos a situaciones peligrosas donde era más fácil matarlos. A veces, grupos familiares estaban juntos y, a veces, grandes comunidades. A veces las mujeres cazaban con rifles y otras veces los niños corrían tras el caribú.

    La naturaleza dinámica de la vida diaria significa que es poco probable que la actividad relativamente poco común de cazar grandes vertebrados terrestres sea el principal comportamiento que ayude a los humanos a resolver los problemas clave de alimentación, agua y mantenimiento de la vida de los niños.

    La antropóloga Rebecca Bliege Bird ha investigado cuán predecible es la comida a lo largo del día y del año. Ha observado que en la mayoría de las comunidades la caza mayor rara vez se captura, especialmente cuando una persona caza sola. Incluso entre los hadza de Tanzania, generalmente considerados una comunidad de caza mayor, un cazador adquiere 0,03 presas por día en promedio, es decir, 11 animales al año para esa persona.

    Bird y otros argumentan claramente que la planificación y la coordinación flexible que realizan las mujeres es el aspecto crucial de cómo los humanos sobreviven a diario. Son los esfuerzos diarios de las hembras los que permiten a las personas ser espontáneas algunas veces al año para realizar actividades de alto riesgo como la caza, ya sea de persistencia o de otro tipo. Por lo tanto, es la flexibilidad femenina la que permite a las comunidades sobrevivir entre las raras oportunidades de los grandes juegos.

    Cambio de roles y contribuciones

    Algunos antropólogos sostienen que en algunas partes del mundo el comportamiento varía más por razones culturales, como las herramientas que se fabrican, que por razones ambientales, como la cantidad de luz diurna que hay durante el invierno. La importancia de la cultura hace que las soluciones varíen más que las necesidades.

    Uno de los aspectos de la cultura que varía es el papel asignado a géneros específicos. Los diferentes roles de género están relacionados con la distribución del trabajo y cuando las personas asumen ciertas tareas basadas en soluciones. En la mayoría de las culturas, estos roles cambian a lo largo de la vida de una mujer. En la cultura estadounidense, esto sería como si un abuelo volviera a la universidad para perfeccionar una pasión infantil y poder aceptar un nuevo trabajo para enviar a sus nietos a la universidad.

    En muchos lugares, las mujeres pasan de la juventud, cuando podían cargar a sus hermanos y leña, a la paternidad temprana, donde podían ir a cazar con un bebé a la espalda, y a la paternidad mayor, donde podían llevar agua en la cabeza, un bebé en la espalda y herramientas en sus manos, hasta períodos posmenopáusicos en los que podían transportar cargas gigantes de mangos y leña hacia y desde el campamento.

    Aunque siempre llevamos cargas, nuestra capacidad de planificar y cambiar nuestro comportamiento en diversos entornos es parte de lo que impulsa el éxito del Homo sapiens, lo que significa que el comportamiento de las hembras a lo largo de sus diferentes etapas de la vida ha sido un importante impulsor de esta capacidad. P>

    Proporcionado por The Conversation

    Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.




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