1. Cuota de mercado y lealtad a la marca del objetivo:
Los boicots son más efectivos contra empresas que tienen una participación de mercado relativamente pequeña o una lealtad débil a la marca. Starbucks, por ejemplo, es una marca global con una alta lealtad a la marca, lo que la hace menos susceptible a boicots en comparación con las cafeterías más pequeñas.
2. Percepción pública de la motivación del boicot:
Los boicots basados en preocupaciones éticas o cuestiones de justicia social pueden obtener un importante apoyo público y atención de los medios, aumentando su impacto potencial. Cuando se percibe que un boicot promueve causas significativas, como los derechos de los trabajadores o la sostenibilidad ambiental, puede conducir a un cambio real en el comportamiento del consumidor.
3. Opciones alternativas disponibles para los consumidores:
La eficacia de un boicot también depende de la disponibilidad de opciones alternativas que satisfagan las necesidades y preferencias de los consumidores. Si no hay alternativas comparables, es menos probable que los consumidores participen en el boicot o cambien su comportamiento a largo plazo.
4. Respuesta y adaptación de las empresas objetivo:
Las empresas que enfrentan boicots persistentes pueden emprender cambios estratégicos, como abordar los problemas subyacentes o comprometerse a realizar mejoras, en un intento de contrarrestar los efectos negativos del boicot. Su respuesta puede mitigar o amplificar el impacto del boicot.
En resumen, el éxito de los boicots está ligado a múltiples dinámicas que incluyen el apoyo público, opciones alternativas y las reacciones de las empresas objetivo. Si bien el comportamiento del consumidor puede verse influenciado durante el boicot, el impacto sostenido a largo plazo en la participación de mercado y los ingresos de una marca requiere abordar los problemas subyacentes que llevaron al boicot.