Si bien el gobierno sostiene que esta medida es necesaria para evitar la difusión de información errónea y garantizar la integridad del sistema de justicia, los críticos argumentan que podría sofocar la discusión y el debate legítimos. También señalan el posible efecto paralizador que podría tener en el periodismo de investigación, ya que los periodistas podrían dudar en publicar información que podría considerarse perjudicial.
La legislación propuesta ya ha generado críticas de los medios de comunicación y de organizaciones de derechos civiles. Index on Censorship, un grupo que aboga por la libertad de expresión, dijo que el plan de concesión de licencias podría "tener un efecto paralizador en el discurso político y la libre expresión".
Además, el plan plantea dudas sobre la viabilidad de controlar el contenido de las redes sociales y la posibilidad de que los tribunales se extralimiten. Los críticos argumentan que podría conducir a una aplicación selectiva de la ley, donde ciertos puntos de vista se suprimen mientras que otros se permiten.
La propuesta del gobierno es parte de una tendencia más amplia en muchos países de regular el discurso en línea, y algunos argumentan que las leyes existentes son insuficientes para abordar cuestiones como el discurso de odio y la desinformación. Sin embargo, el caso del sistema de licencias del Reino Unido resalta el complejo equilibrio que los gobiernos deben lograr entre proteger la integridad del proceso legal y preservar el derecho a la libre expresión.