El estudio implicó una serie de experimentos en los que los participantes jugaban a un juego en el que tenían que decidir si confiar en alguien que les estaba dando consejos. En algunos casos, el consejo era veraz, mientras que en otros era mentira. Los investigadores descubrieron que las personas eran más propensas a confiar en los consejos veraces, incluso cuando sabían que la persona que los daba era un mentiroso.
Los investigadores también encontraron que las personas eran más propensas a confiar en los consejos que eran consistentes con sus propias creencias, incluso cuando sabían que eran mentira. Esto sugiere que es más probable que las personas crean en información que confirma sus creencias existentes, incluso cuando saben que no es cierta.
Los investigadores creen que estos hallazgos podrían tener implicaciones importantes para la toma de decisiones económicas. Por ejemplo, sugieren que es más probable que las personas inviertan en activos de riesgo si creen que el consejo que reciben es veraz, incluso si no lo es.
En general, el estudio sugiere que las mentiras pueden tener un impacto significativo en las decisiones económicas y que las personas deberían ser conscientes de los riesgos potenciales de confiar en información que no es confiable.