Los chismes fluyen por las oficinas y comedores de nuestros lugares de trabajo, aparentemente llenando el tiempo libre. Pero tal vez, a través de estas conversaciones omnipresentes e intrigantes, estemos influyendo en nuestras relaciones laborales más de lo que creemos.
¿Es el chisme un camino hacia la amistad o una forma segura de ganarse enemigos en el lugar de trabajo? Resulta que la respuesta depende de cómo el destinatario del chisme percibe las intenciones del chismoso.
Los chismes en el lugar de trabajo, definidos como conversaciones informales y evaluativas sobre colegas ausentes, son omnipresentes, pero a menudo se malinterpretan.
Tradicionalmente mal visto y tildado de improductivo o incluso desviado, investigaciones recientes pintan un panorama más complejo de los chismes.
Si bien algunos estudios implican que los chismes generan amistades entre compañeros de trabajo, otros sugieren que socavan las relaciones laborales. Nuestra investigación indica que estos hallazgos aparentemente contradictorios se deben a una mala comprensión de los matices de cómo los chismes moldean las relaciones sociales en el lugar de trabajo.
Nos centramos en los destinatarios de los chismes (los oyentes) y les preguntamos cómo percibían estos intercambios y qué efecto tenía recibir chismes en sus relaciones con sus compañeros de trabajo.
Los investigadores utilizan tres marcos o conceptos para entender los chismes en el lugar de trabajo.
La "perspectiva del intercambio" sostiene que el chisme une a los compañeros de trabajo entre sí a través de una especie de quid pro quo. Un colega puede ofrecer fragmentos informativos, con la expectativa de recibir apoyo social e información privilegiada a cambio.
La "perspectiva de la información reputacional" se centra en cómo los chismes moldean las opiniones de los destinatarios sobre los objetivos:las personas sobre las que se habla. Se puede compartir información vital para advertir a otros sobre personalidades tóxicas o para señalar a alguien como particularmente digno de confianza.
Finalmente, la "valencia del chisme" se refiere a si el chisme transmite información positiva o negativa sobre su objetivo.
Nuestra investigación analiza cómo los chismes afectan la percepción que el receptor tiene de la persona que comparte el chisme.
Los datos se recopilaron de los participantes utilizando dos técnicas:informes escritos de incidentes y entrevistas de seguimiento. Este enfoque proporcionó a los investigadores descripciones detalladas de cómo los incidentes de chismes en el lugar de trabajo afectaron las relaciones interpersonales desde la perspectiva del destinatario.
Nuestros hallazgos muestran que las percepciones de los receptores sobre estos intercambios son muy importantes. En particular, su interpretación de las intenciones del chismoso puede desencadenar una reacción en cadena.
Si el destinatario considera que las intenciones del chismoso son genuinas y auténticas (una forma de abrirse a las opiniones reales que uno tiene sobre sus compañeros de trabajo), el chisme puede provocar una nueva amistad o reavivar una vieja.
Cuando una persona dice:"Me resulta muy frustrante cuando Mark me habla así", por ejemplo, se le han confiado al destinatario los verdaderos sentimientos del chismoso hacia Mark, un colega problemático. Esto crea un vínculo más fuerte, especialmente si el destinatario está de acuerdo con la opinión.
Curiosamente, y quizás un poco preocupante, descubrimos que los chismes negativos eran una forma más fuerte de construir amistades que los chismes positivos, siempre que las intenciones se interpretaran como genuinas.
Si el destinatario evalúa la intención como prosocial (en otras palabras, compartir información precisa y valiosa que beneficie a otras personas además del chismoso), la confianza aumenta y las relaciones colegiadas se fortalecen.
Como explicó un participante de la investigación:"De hecho, me di cuenta de que la fuente es el tipo de persona que realmente sólo dice cosas positivas sobre las personas [...] Por eso creo que comencé a confiar en él, porque no menosprecia demasiado a la gente".
Si las intenciones del chismoso se perciben como egoístas, la confianza del destinatario en él disminuye y hay pocas probabilidades de que los dos se hagan amigos.
Un participante explicó:"Dijeron esto para dañar su reputación y provocar drama en el lugar de trabajo".
Mientras que otro dijo:"Después de escucharlo chismorrear sobre otra camarera, me sentí muy incómodo. Tenía miedo de que dijera cosas negativas sobre mí si cometía errores".
Nuestro estudio respalda la idea de que los chismes no son simplemente charlas ociosas, sino una moneda social valiosa (y arriesgada).
A menudo nos involucramos en chismes sin siquiera pensar por qué lo hacemos. Pero nuestros hallazgos muestran que otras personas prestan mucha atención a nuestras motivaciones para chismorrear.
Dado que tenemos poco control sobre cómo los demás interpretan nuestras intenciones, este estudio es un recordatorio oportuno para pensar antes de compartir chismes.
Proporcionado por The Conversation
Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.