El concepto de emprendimiento cultural tiene muchas facetas. Abarca tanto el impacto cultural y social de la formación emprendedora, como los factores ambientales que influyen en su desarrollo.
Algunas sociedades, como Estados Unidos, tienen una fuerte cultura empresarial. Esto significa que se celebran y fomentan ciertas características, como la capacidad de las personas para asumir riesgos, la paciencia al enfrentar desafíos y la resolución innovadora de problemas, especialmente en situaciones inciertas. Sin embargo, no todos los países tienen esa cultura emprendedora.
En general, el espíritu empresarial puede impulsar el crecimiento económico dentro de los países, especialmente en las naciones de altos ingresos.
La Actividad Empresarial Total en Etapa Temprana (TEA) es un índice que mide la actividad empresarial. Para ello, registra todas las nuevas empresas establecidas en los últimos tres años en un país determinado. Países con tradición emprendedora como Estados Unidos o Canadá, por ejemplo, tienen TEA del 14,7% y 19,76%, respectivamente. Las cifras son similares para otras potencias emergentes como Brasil (18,6%), México (16,8%) o Arabia Saudita (25,34%).
En Europa el emprendimiento es un factor clave para estimular el crecimiento económico, pero ningún país del continente alcanza las cifras de otros mercados más emprendedores. Según Global Entrepreneurship Monitor, sólo Letonia se acerca con un 14,34%, seguida de los Países Bajos con un 13,69%, Croacia con un 13,15% y Estonia con un 13,09%.
Muchos países se sitúan muy por debajo del 13%, incluidos el Reino Unido (11,76%), Chipre (11,04%) y Francia y Eslovaquia (ambos con 10,75%). Mientras tanto, a la cola del emprendimiento europeo se encuentran Polonia, Rumanía, Lituania, Grecia y España, con un 2,59%, 5,85%, 6,68%, 6,74% y 6,79%, respectivamente.
A lo largo de los años, diversos estudios han desarrollado modelos para mejorar la comprensión de las dimensiones culturales del emprendimiento, con el objetivo de analizar por qué algunas culturas o países producen más emprendedores que otros. Han descubierto, por ejemplo, que una sociedad cuya población es menos reacia al riesgo debería, en teoría, tener valores empresariales más fuertes.
Sin embargo, las diferencias culturales no pueden considerarse de forma aislada. También tenemos que mirar la situación económica de una sociedad, teniendo en cuenta varios puntos clave:
Algunos estudios han demostrado que una persona tiene muchas más probabilidades de convertirse en emprendedor si sus padres, amigos o vecinos también lo son, o los animan a serlo. Esto se debe, en parte, a que el 80% de las veces que alguien se anima a emprender, amigos, familiares o conocidos le proporcionan una fuente de financiación.
Las características y atributos que comparten las personas con mentalidad empresarial configuran lo que algunos investigadores denominan "espíritu emprendedor", jugando un papel muy importante ciertos rasgos y motivaciones.
Los emprendedores naturales y con personalidad tienen más probabilidades de aceptar desafíos y lograr resultados. Son personas curiosas, automotivadas y más interesadas en trabajar por su propio beneficio que en el reconocimiento externo. También tienen una mayor necesidad de autonomía y un deseo de encontrar mejores formas de hacer las cosas.
La motivación se puede dividir en dos áreas especialmente importantes:
Muchas personas hacen un excelente trabajo como empleados, pero se sentirían abrumadas ante la idea de iniciar su propio negocio.
El espíritu emprendedor mitiga o evita este miedo al fracaso, una reacción perfectamente natural a la incertidumbre y el riesgo que implica tomar decisiones y perseguir objetivos.
Algunos autores sostienen que la "crianza", es decir, circunstancias, experiencias y aprendizaje, juega un papel importante en la formación de emprendedores. Otros, sin embargo, enfatizan la influencia de los rasgos de personalidad, sugiriendo una mayor inclinación hacia una perspectiva "naturaleza".
Si bien las opiniones varían, está claro que los empresarios exitosos son el resultado de una combinación de características innatas y factores ambientales. Sin embargo, iniciar y gestionar un negocio resultará más natural para quienes tengan una clara e innata vocación emprendedora.
Así como nadie puede convertirse en atleta olímpico sin el talento necesario, el espíritu empresarial requiere una combinación única de habilidades y disposiciones que no todos comparten de forma natural. Sin embargo, esto no significa que el esfuerzo y el sacrificio no sean también fundamentales para el éxito empresarial.
Proporcionado por The Conversation
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