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    Resistencia social de las comunidades de la Edad del Bronce en respuesta a las sociedades estatales emergentes en la Península Ibérica

    Mapa con distribución de las fortificaciones de piedra (en negro) y máxima pendiente entre asentamientos y valles agrícolas (en rojo) al norte de El Argar desde el 2200 al 1550 a. Crédito:Universidad de Barcelona

    Un estudio de la UAB que analiza las dinámicas de asentamiento desde un enfoque de Big Data revela que las comunidades del centro-este de la Península Ibérica existentes hace 4.000 años desplegaron "economías de escape", utilizando tácticas de enrocamiento y segmentación para protegerse de la explotación y los conflictos derivados de la expansión de la sociedad El Argar, una de las primeras sociedades estatales de Europa.

    Durante la Edad del Bronce Temprano (2200-1550 a. C.), surgieron las primeras entidades políticas similares a estados en regiones específicas de Europa, como el Egeo, Europa Central y el sureste de Iberia. Estas entidades provocaron fuertes desarrollos económicos, pero también nuevas y más intensas formas de explotación social y natural. Las relaciones entre estos nuevos poderes centrales y las áreas periféricas rara vez han sido analizadas.

    Un estudio de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) analiza la dinámica de asentamiento al norte de la sociedad de El Argar, que durante sus 600 años de existencia impuso mecanismos de control económico y político en todo el sureste ibérico.

    En los alrededores de la comarca de El Argar se identificó un número extraordinario de microasentamientos. La mayoría de ellos medían menos de 1000 metros cuadrados y estaban ubicados en sitios en lo alto de cerros de difícil acceso. Luego de analizar la ubicación geográfica, extensión, duración y distribución de estos asentamientos, los investigadores Marcello Peres y Roberto Risch concluyeron que este patrón de asentamiento probablemente fue el resultado de estrategias de enrocamiento y segmentación utilizadas por la población local para contrarrestar la expansión de El Argar en un contexto de conflictos violentos generados por las relaciones que se dan típicamente entre los centros políticos y sus periferias. La investigación fue publicada en Trabajos de Prehistoria , revista del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

    Transformación de espacios sociales

    Los resultados apuntan a una transformación del espacio social, particularmente en la franja latitudinal entre Alcoy y La Mancha, que duró seis siglos. Después de 2300-2200 a. C., esta área vio una concentración de asentamientos en lugares empinados y de difícil acceso o incluso fortificados. Esta estrategia ha sido definida por los investigadores como un enrocamiento, término asociado a los movimientos defensivos y la protección de edificios mediante el uso de rocas o muros. "Rara vez, más de 12 a 25 personas vivían en estos microasentamientos y la ausencia de pueblos grandes implicaba que no había jerarquía entre los asentamientos controlados por ningún centro político", escriben los investigadores.

    La concentración de asentamientos en lugares altos y escarpados y el esfuerzo invertido en la construcción de barreras defensivas aumentaba a medida que se aproximaba a la comarca de El Argar. Más lejos, sin embargo, en los valles de los ríos Tajo y Henares, prevalecen los mismos poblamientos y sistemas económicos del Neolítico Superior y la Edad del Cobre, en una época en la que conviven poblamientos abiertos y extensos con una gran variedad de poblaciones más pequeñas. comunidades.

    Vista general del poblado de la Edad del Bronce Pic dels Corbs (Sagunt, València). Crédito:Marcello Peres

    “Es difícil imaginar la realidad social de estos microasentamientos de la Edad del Bronce, donde la producción de bienes básicos (cereales, lácteos, ropa y metal) no sería viable sin algún tipo de colaboración. Tal dispersión y enroquecimiento de estas comunidades y su forma de producir bienes es difícil de explicar, a menos que haya un peligro real para su supervivencia", dice Marcello Peres.

    Según los investigadores, ambas estrategias revelan una preocupación de las poblaciones del norte del estado de El Argar por protegerse viviendo en lugares fácilmente defendibles. “Su duración no coincide con ningún evento climático o migración excepcional, debido a una epidemia, por ejemplo. Solo una situación más o menos latente de conflicto social explicaría el esfuerzo físico y económico excepcional que estas comunidades ponen en sus actividades diarias, estando lejos lejos de las tierras de cultivo y los valles de los ríos, que eran las principales vías de comunicación en aquellos tiempos”, explican.

    Los investigadores detectaron una situación sociopolítica en el centro-este de la Península Ibérica única en toda Europa y el Mediterráneo durante la Edad del Bronce Antiguo. “El desarrollo de tal estilo de vida entre comunidades vecinas al estado de El Argar sugiere el desarrollo de economías de escape, es decir, estrategias de resistencia social frente a sistemas explotadores que dependen en gran medida de los recursos obtenidos de sus periferias”, dice Roberto Risch.

    "Otra muestra de la interdependencia de las realidades sociales y económicas entre El Argar y sus comunidades vecinas es que su fin se produjo casi simultáneamente. Con el fin del estado de El Argar en 1550 a. C., estas comunidades cambiaron su forma de vida y se trasladaron a la valles cultivables y se adaptó a una economía más pastoril y móvil", afirman los investigadores.

    Análisis de patrones de asentamientos antiguos utilizando Big Data

    Para realizar el estudio, los investigadores utilizaron la plataforma en línea Bronzesites_Iberia, creada por Marcello Peres como parte de su Ph.D. tesis de grado sobre Arqueología Prehistórica de la UAB, además de consultar archivos regionales, mapas, imágenes de satélite y visitar los yacimientos.

    "Es la primera vez que toda la información arqueológica que tenemos hasta la fecha de un área tan grande como es la Península Ibérica se reúne y analiza utilizando Big Data, que supera las barreras culturales y las regiones administrativas arqueológicas tradicionales", escriben.

    Esta base de datos les ha permitido testear las conexiones geoespaciales, arquitectónicas y artefactuales de 1.445 yacimientos ubicados en un área de 177.000 kilómetros cuadrados que incluye once provincias del cuadrante centro-oriental de la Península Ibérica:Madrid, Guadalajara, Teruel, Castellón, Cuenca, Toledo, Ciudad Real, Albacete, Valencia, Alicante y zona norte de Murcia. + Explora más

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