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    Tres razones por las que las personas con poder son más propensas a tomar malas decisiones

    Crédito:Shutterstock

    La edición anual de energía de la revista AFR, clasificando a las personas más poderosas de Australia en política, negocios y profesiones, siempre resulta en discusiones interesantes.

    Este año, por primera vez desde que comenzó en 2000, el primer ministro ha sido expulsado del primer puesto. Gracias a la pandemia Scott Morrison está en segundo lugar, detrás de cuatro primeros ministros de estado (Daniel Andrews, Gladys Berejiklian, Mark McGowan y Annastacia Palaszczuk).

    El tercer lugar es para el tesorero Josh Frydenberg, cuarto a los principales funcionarios de salud de la nación, y quinto al gobernador del Banco de la Reserva, Philip Lowe. Brittany Higgins, ex miembro del personal ministerial, ocupa el sexto lugar, seguido por el diputado primer ministro Barnaby Joyce, Matt Comyn, director del Commonwealth Bank, El líder de la oposición, Anthony Albanese, y el ministro de Defensa, Peter Dutton.

    Hay listas de subsidiarias para los más poderosos encubiertos, el más poderoso culturalmente, el más poderoso en los negocios, y en sectores como la tecnología, educación, inmobiliaria y consultoría.

    Una cosa que realmente le falta al tema es una evaluación integral de las desventajas del poder. Para hacerlo mas simple, sentirse poderoso tiende a inhibir la capacidad de una persona para tomar buenas decisiones.

    La investigación muestra tener una posición formal de autoridad con influencia sobre las personas, recursos y recompensas está asociado con costos cognitivos y conductuales. Las personas que se sienten poderosas (ya sea en el momento o de manera constante) hacen estimaciones significativamente más bajas de la probabilidad de resultados negativos. Es más probable que asuman riesgos tanto para obtener ganancias como para evitar pérdidas.

    Sentirnos poderosos nos hace más propensos a tres patrones de comportamiento que aumentan la probabilidad de tomar malas decisiones:sobrevalorar nuestra propia perspectiva; descartar la experiencia de otros; y no reconocer las limitaciones.

    No ver otras perspectivas

    Tomar la perspectiva de los demás es importante en cualquier rol de liderazgo. Aquellos que se sienten más poderosos tienden, sin embargo, sobrevalorar su propia perspectiva y descartar las perspectivas de los demás.

    Esto ha sido demostrado en experimentos conductuales por el psicólogo social Adam Galinsky y sus colegas.

    Los investigadores evocaron sentimientos de mayor o menor poder en los participantes al pedirles que recordaran un momento en el que tuvieron poder sobre otra persona, o una vez que alguien más tuvo poder sobre ellos. Otros, a quienes se les pidió que no hicieran ninguna de las dos, formó el grupo de control.

    Luego se pidió a los participantes que realizaran tres pruebas diferentes que midieran su capacidad para ver la perspectiva de otras personas. Una prueba por ejemplo, les exigía que identificaran las emociones expresadas por otros. Aquellos que se animaron a recordar sentirse poderosos fueron:de media, 6% menos preciso que el grupo de control. También eran menos propensos a detectar expresiones de disgusto en los correos electrónicos en comparación con el grupo al que se les hizo sentir menos poderosos.

    Descartar el consejo de un experto

    Sentirnos poderosos nos hace más propensos a ignorar los consejos de los expertos. Este efecto ha sido medido por el investigador del comportamiento organizacional Leigh Tost y sus colegas.

    En sus experimentos, utilizaron el mismo método que Galinsky y sus colegas para hacer que los participantes se sintieran más o menos poderosos. Luego pidieron a los participantes que estimaran el peso de tres personas o que adivinaran la cantidad de dinero en tres frascos de monedas.

    Después de la primera ronda de estimaciones, los participantes tuvieron acceso a los consejos de personas que habían realizado las tareas anteriormente. Se les dijo si estos asesores eran "expertos" (con un sólido historial de desempeño) o novatos (con estimaciones que eran solo promedio).

    Los que se animaban a sentirse menos poderosos estaban más dispuestos a escuchar los consejos de los expertos. Aquellos que se sentían más poderosos eran más propensos a rechazar por igual los consejos de expertos y novatos.

    Los participantes también completaron una encuesta sobre sus sentimientos durante la tarea. Los resultados de este elemento del estudio muestran que aquellos que se sentían más poderosos tenían una mayor sensación de estar en competencia con los demás. Los autores concluyen que rechazar los consejos de los expertos está relacionado con el deseo de "preservar su dominio social".

    No reconocer las limitaciones

    Cuanto más poderosos nos sentimos, es más probable que persigamos los objetivos de manera agresiva y no reconozcamos las limitaciones. Esto se debe a que el poder significa que somos, De hecho, menos restringido. Los poderosos tienen más recursos para hacer lo que les gusta, y decirles a los demás qué hacer.

    La investigadora organizacional Jennifer Whitson y sus colegas midieron esta tendencia en experimentos en los que a los participantes se les dieron nueve hechos que podrían obstaculizar el logro de una meta, como "no hay mucho dinero para invertir", y nueve hechos que podrían ayudar, como "hay una gran demanda".

    Aquellos que se sintieron poderosos (nuevamente establecidos a través del método utilizado por Galinsky y sus colegas) fueron significativamente menos capaces de recordar las limitaciones. Los autores concluyen que "es más probable que los poderosos actúen de acuerdo con sus objetivos porque las limitaciones que normalmente inhiben la acción están menos presentes psicológicamente para ellos".

    Negarse a reconocer las limitaciones a veces puede resultar útil. Steve Jobs, fundador de Apple, por ejemplo, era conocido por ignorar las quejas de sus ingenieros de que no podían hacer lo que pedía. Hay una historia de él arrojando un iPod a una pecera para demostrar que había espacio desperdiciado permitiendo bolsas de aire.

    Pero tal terquedad tiene más probabilidades de conducir a malos resultados, tal el destino de Elizabeth Holmes, que se inspiró en Jobs y se negó a aceptar su idea de que un dispositivo médico compacto para análisis de sangre no podía funcionar. Ahora está en juicio por fraude.

    Vale la pena recordar estas desventajas del poder en un momento en el que escuchar diferentes puntos de vista y prestar atención a los consejos de los expertos nunca ha sido más importante. Nuestra experiencia de la pandemia es que el poder se distribuye mejor. Necesitamos líderes que entiendan que el poder corrompe, y que sean lo suficientemente humildes para escuchar.

    Este artículo se ha vuelto a publicar de The Conversation con una licencia de Creative Commons. Lea el artículo original.




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