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¿La pobreza causa la mentira? Un equipo de investigación internacional dirigido por la economista del comportamiento Agne Kajackaite del WZB Berlin Social Science Center, Suparee Boonmanunt (Universidad Mahidol, Bangkok) y Stephan Meier (Columbia Business School) examinaron si las personas afectadas por la pobreza eran especialmente propensas a cometer actos de deshonestidad. Los investigadores llevaron a cabo un experimento de campo con productores de arroz en Tailandia que incentivó las trampas durante un juego de cartas. Descubrieron que la pobreza en sí misma no hacía que las personas actuaran de manera deshonesta.
Si los ingresos influyen en el comportamiento ético es un tema de mucho debate. Un enfoque sostiene que los actos éticos se limitan a aquellos que pueden "permitírselo". Pobreza, en esta vista, hace que las personas se comporten de manera inmoral. Empíricamente, la cuestión de si la pobreza fomenta o frena el comportamiento prosocial, hasta ahora ha quedado sin respuesta.
El equipo de investigación ahora está arrojando nueva luz sobre esta relación. Para proporcionar un vínculo causal entre la pobreza y el comportamiento de engaño, los investigadores llevaron a cabo un experimento de campo con varios cientos de productores de arroz en Tailandia. El experimento consistió en un simple juego de cartas que recompensaba económicamente a las personas por mentir sobre una carta que habían sacado a ciegas de una pila. Los investigadores encontraron que los participantes hicieron trampa en un grado similar tanto durante los períodos de pobreza relativa como de riqueza relativa, es decir, antes y después de la temporada de cosecha. "Contrariamente al modelo económico estándar, donde la falta de dinero en efectivo conduce a hacer trampa por dinero en efectivo, mostramos que la pobreza en sí misma no lleva a las personas a comportarse de manera más inmoral", dice Agne Kajackaite, Jefe del grupo de investigación Ética y Economía del Comportamiento en el Centro de Ciencias Sociales WZB Berlín.
El estudio también proporciona evidencia de la efectividad de las intervenciones sociales. Informar a los sujetos sobre las implicaciones éticas de hacer trampa cambió el comportamiento de los participantes cuando la población era algo más rica (después de la cosecha), pero no tuvo ningún efecto cuando la población era más pobre (antes de la cosecha). "Esto sugiere que el momento de las intervenciones para mejorar el comportamiento de las personas es importante", Kajackaite explica las implicaciones políticas del estudio.