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En numerosos asuntos, incluida la comida, salud y medio ambiente, Se pide a los expertos que comuniquen las implicaciones de la evidencia científica para elecciones particulares. Puede resultar tentador destacar mensajes simples a partir de pruebas complejas. Pero como muestra la reciente controversia sobre los consejos sobre antibióticos, Existe el riesgo de que estos mensajes resulten contraproducentes cuando salgan a la luz nuevas pruebas. Así que en estos tiempos conflictivos de "hechos alternativos", ¿Cuál es la mejor manera de que los expertos creen la confianza del público?
La evidencia proporcionada por la ciencia a menudo es mixta, incompleto, modificable o condicionado al contexto. Sin embargo, se espera que los expertos se ciñan a narrativas que destaquen una opinión de consenso. Simplificar el complejo puede ser esencial para la comunicación pública, pero esto no es lo mismo que pasar por alto la incertidumbre o los desacuerdos válidos. Es mucho mejor encontrar formas de comunicar por qué la evidencia puede no ser concluyente y por qué los expertos podrían razonablemente hacer diferentes juicios sobre la misma pregunta.
Con antibióticos, Puede resultar confuso encontrar expertos que den evaluaciones contradictorias sobre si las personas deberían "terminar el curso" o no. Pero lejos de representar la posverdad, este desacuerdo sugiere que debemos prestar más atención al asunto de cómo afrontarlo a pesar de los caprichos del consenso de expertos.
Consenso sobre antibióticos que se desvanece
Los profesionales de la salud han enfatizado durante mucho tiempo que las personas no deben dejar de tomar antibióticos recetados cuando se sientan mejor. Algunos expertos cuestionaron recientemente esta sabiduría convencional en el Revista médica británica ( BMJ ), sugiriendo que el consejo no está basado en evidencia y que impide la conservación de antibióticos a la luz de la resistencia bacteriana. En otra parte, se afirma que los antibióticos se prescriben más por miedo y por hábito que por razones científicas.
Pero otros expertos han sido críticos, diciendo que el llamado a cambiar la práctica de prescripción establecida es peligroso ya que en sí mismo no está respaldado por pruebas suficientes.
En este debate, muchos están de acuerdo en que vale la pena reconsiderar la duración de los antibióticos, y que se necesitan más ensayos clínicos para especificar las dosis apropiadas para diferentes infecciones. Está surgiendo cierto consenso en cuanto a que los cursos más cortos a veces pueden ser razonables, pero se necesitan más pruebas.
Todos de acuerdo, por ejemplo, que la tuberculosis merece un tratamiento más prolongado de antibióticos para curar la infección y posiblemente para prevenir la resistencia. Pero para algunas afecciones comunes, el curso recomendado ya se ha reducido a tres días. Los mensajes de salud pública han cambiado sutilmente, con Public Health England diciéndoles a las personas que tomen los antibióticos "exactamente como se los recetaron" en lugar de "completar el curso". Se pide a los prescriptores que eviten períodos innecesariamente prolongados.
Entonces, Los llamamientos para acortar los ciclos de antibióticos y recopilar más pruebas no son nuevos. Pero hasta hace poco la discusión pública sobre el tema era rara.
¿Mensajes sencillos?
La verdadera polémica provocada por el BMJ El artículo trata sobre lo que los expertos deben decirle al público. Los autores sugieren que se podría recomendar a los pacientes de atención primaria a los que se recetaron antibióticos para infecciones bacterianas comunes que dejen de hacerlo cuando se sientan mejor. Muchos de sus críticos temen que ese consejo sea demasiado subjetivo, y la gente se sentirá confundida por los expertos que no estén de acuerdo o se aparten de un mensaje establecido. El director médico ha reiterado que el consejo oficial no ha cambiado:siga lo que diga el médico.
La noción de que los expertos deben transmitir un mensaje simple se basa en el supuesto de que la incertidumbre genera ansiedad, hacer que la gente no esté segura de qué creer o cómo actuar. Dado que estar expuesto a opiniones divergentes aumenta la incertidumbre, parece deducirse que los expertos deben ceñirse a una línea estricta. Pero los estudiosos de la comunicación sanitaria sugieren que esto es demasiado simplista, ya que las personas manejan y responden a la incertidumbre de diferentes maneras. Algunos pueden tener buenas razones para ignorar los debates entre expertos, confiando en cambio en rutinas familiares que dan forma a sus creencias y comportamiento. Otros pueden desconfiar de los marcadores de confianza excesiva, encontrar la discusión abierta más reconfortante, ya que coincide con sus propios instintos sobre el conocimiento.
Incluso cuando sea deseable alguna reducción de la incertidumbre, la evidencia no sustituye al juicio. Hacer investigación científica para abordar asuntos complejos a menudo aumenta la incertidumbre a medida que la nueva evidencia plantea más preguntas. Los datos de los ensayos clínicos generan sus propios dilemas de valoración e interpretación para los profesionales.
En términos de prescripción de antibióticos, un experto sostiene que se necesitan ensayos, pero el juicio clínico seguirá siendo importante. Por lo tanto, la evidencia de un tipo puede ser valiosa, pero debe ponerse en el contexto de otras pruebas y objetivos prácticos. El mismo principio se aplica a la mayoría de las cuestiones que investigan los expertos, desde las diferencias de sexo hasta el impacto económico del Brexit.
Hacer frente a la incertidumbre
En el caso de cursos de antibióticos, No es razonable esperar que la nueva evidencia resuelva automáticamente las incertidumbres actuales. La ciencia no puede cumplir con expectativas tan indebidas. Pero esto es solo un problema en una cultura donde la gente espera que las recetas se basen en evidencia inquebrantable, y donde los expertos cultivan esa impresión. En otros temas como el cambio climático, donde se invoca la ciencia para justificar intervenciones particulares ante el público, vemos el mismo patrón.
Las tensiones en torno al papel público de la ciencia surgen en parte de la creencia de que la credibilidad cultural de la experiencia se basa en la comunicación en términos de consenso. Siempre que el nuevo conocimiento parezca desafiar el consenso actual, la credibilidad se vuelve tensa. We have recently highlighted how this diverts attention from more urgent practical challenges.
But if conflicting or inconclusive evidence from new science is taken to be the norm rather than the exception, uncertainty wouldn't be a problem to fear or eliminate. Similar points have been made in relation to health communication, where evidence provided by new technologies of screening and testing is often ambiguous.
Promising consensus as derived from scientific evidence is a perilous principle on which to found meaningful engagement between experts and the public. We are better off trying to facilitate improved ways of appraising and coping with entirely normal uncertainties and reasons for disagreement.
Este artículo se publicó originalmente en The Conversation. Lea el artículo original.