Uno de los ejemplos de sincronía mejor estudiados en ecología es el del pistacho. Se sabe que los pistachos producen abundantes frutos, o "mástil", a intervalos regulares. Curiosamente, se ha descubierto que los años de crecimiento de los pistachos están sincronizados a lo largo de grandes distancias geográficas, a menudo abarcando continentes enteros.
Las investigaciones sugieren que el campo magnético de la Tierra puede ser un factor en esta sincronía. El campo magnético de la Tierra sufre fluctuaciones y algunos estudios han descubierto que estas fluctuaciones pueden afectar la floración y fructificación de los pistachos. Se cree que el campo magnético influye en la producción de hormonas en los árboles, que a su vez influyen en su comportamiento reproductivo.
La conexión entre los campos magnéticos y la sincronía también se ha observado en otras especies, incluidos insectos, aves y peces. Por ejemplo, se ha descubierto que ciertas especies de aves migran en sincronía con el campo magnético de la Tierra, mientras que algunas especies de peces sincronizan sus ciclos reproductivos con el campo magnético.
La sincronización de poblaciones puede tener importantes implicaciones ecológicas. Por ejemplo, los años de crecimiento sincronizados en los pistachos pueden afectar la dinámica poblacional de los animales que dependen de los pistachos como alimento. De manera similar, la sincronía de las poblaciones de insectos puede afectar la propagación de enfermedades o la disponibilidad de recursos alimentarios para otras especies.
El papel de los campos magnéticos en sincronía es un área activa de investigación, y los científicos continúan investigando los mecanismos mediante los cuales los campos magnéticos pueden influir en el comportamiento y la biología de diferentes especies. Comprender estos mecanismos puede proporcionar información valiosa sobre las complejas interacciones y dinámicas dentro de los sistemas ecológicos.