Los espeluznantes rastros en el cielo son en realidad estelas de condensación, que son nubes largas y delgadas formadas por motores de aviones. Están compuestos de vapor de agua, cristales de hielo y, en ocasiones, hollín y otras partículas emitidas por los motores. Cuando el escape caliente y húmedo de los motores se mezcla con el aire frío y seco a gran altura, se condensa y forma los rastros visibles.