De manera lenta pero segura, las condiciones de la Tierra comenzaron a cambiar. Poco a poco el planeta se fue enfriando y la constante lluvia de escombros disminuyó. A medida que la superficie comenzó a solidificarse, el agua líquida comenzó a acumularse, creando océanos y llenando las grietas y hendiduras de una corteza recién formada.
Uno de los cambios más significativos que tuvo lugar fue el desarrollo de una atmósfera. A medida que los gases volcánicos fueron liberados al aire, comenzaron a mezclarse e interactuar entre sí. Esto condujo a la formación de oxígeno, que es esencial para la vida.
La atmósfera también actuó como una barrera protectora, protegiendo a la Tierra de la dañina radiación del sol.
A medida que las condiciones de la Tierra continuaron mejorando, se preparó el escenario para la evolución de la vida. En los océanos comenzaron a surgir organismos simples, como bacterias y algas. Con el tiempo, estos organismos evolucionaron y se diversificaron, dando lugar a la increíble variedad de formas de vida que vemos hoy en la Tierra.
Entonces, ¿cómo se volvió habitable la Tierra? Fue un proceso largo y complejo que tuvo lugar durante miles de millones de años. Implicaba procesos geológicos, como la tectónica de placas y la formación de océanos, así como el desarrollo de una atmósfera y la evolución de la vida. Gracias a esta asombrosa transformación, la Tierra es ahora un oasis verde, repleto de vida.