Las especies invasoras representan una amenaza cuando ingresan a nuevos entornos y comienzan a competir con las especies nativas por recursos como alimento, refugio y espacio. Además, las especies invasoras pueden reducir la biodiversidad local al depredar y transmitir enfermedades a la vida silvestre nativa. Los efectos de las especies invasoras son particularmente notables en los ecosistemas insulares, ya que las islas a menudo son menos resistentes a nuevas amenazas debido a una menor diversidad de especies y un mayor riesgo de depredación. Además, la actividad humana puede propagar especies invasoras a zonas donde antes no estaban, como el agua de lastre o el suelo de los barcos comerciales, lo que facilita aún más su propagación y crea una mayor amenaza para los ecosistemas naturales.