Uno de los mayores desafíos en la restauración del hábitat es la eliminación de plantas no nativas sin dañar las nativas. Las plantas no nativas pueden ser muy agresivas y rápidamente superar a las nativas por recursos, como agua y luz solar. Esto puede provocar una disminución de la población de plantas nativas y un cambio en la comunidad vegetal en general.
Además, la eliminación de plantas exóticas también puede alterar el suelo, lo que puede hacerlo más susceptible a la erosión. Esto puede provocar mayores daños al ecosistema, así como una pérdida de valiosa capa superficial del suelo.
Otra preocupación es que los proyectos de restauración a veces pueden introducir nuevas plantas no nativas en el ecosistema. Esto puede suceder cuando las plantas utilizadas en los proyectos de restauración no son nativas del área o cuando no se monitorean y controlan adecuadamente. La introducción de nuevas plantas no nativas puede tener un impacto devastador en la comunidad de plantas nativas, ya que pueden propagarse rápidamente y superar a las plantas nativas por los recursos.
En general, es importante sopesar los beneficios potenciales de la restauración del hábitat frente a los riesgos potenciales. Si bien los proyectos de restauración pueden ser muy beneficiosos para el medio ambiente, es importante tomar medidas para minimizar los posibles impactos negativos en las plantas nativas.