El principal desafío para la evolución de la inteligencia basada en tecnología es obtener suficiente energía. En la tierra, la mayor parte de la energía disponible es solar, que está limitada por la superficie disponible para una criatura. En el agua, sin embargo, hay mucha más energía disponible en forma de reacciones químicas, como las que ocurren entre el oxígeno y el hidrógeno en el agua de mar. Esta energía puede ser aprovechada por criaturas que han evolucionado para hacerlo, lo que les otorga una ventaja significativa sobre las criaturas terrestres en términos de la cantidad de energía disponible para impulsar la inteligencia basada en tecnología.
Además, el agua proporciona un entorno más estable y predecible que la tierra, lo que facilita que las criaturas desarrollen y mantengan tecnologías complejas. La temperatura y la presión del agua son relativamente constantes y hay pocos desastres naturales como terremotos o tormentas. Esto permite la evolución gradual de la tecnología durante largos períodos de tiempo.
Por último, el agua es un medio muy adecuado para la transmisión de información. Las ondas sonoras viajan más rápido y más lejos en el agua que en el aire, y esto puede facilitar la comunicación y la cooperación entre individuos. Esto hace que sea más probable que las criaturas inteligentes que viven en el agua desarrollen sistemas sociales y tecnológicos que puedan ayudarles a sobrevivir y prosperar.