Suiza, conocida por su paisaje prístino y sus picos nevados, se enfrenta al escrutinio de sus políticas ambientales después de convertirse en el primer país criticado por un tribunal internacional por no hacer lo suficiente contra el cambio climático.
El fallo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de la semana pasada destacó una serie de fallas en las políticas suizas, pero los expertos enfatizaron que al rico país alpino no necesariamente le estaba yendo mucho peor que a sus pares.
"La sentencia dejó muy claro que existen lagunas críticas en el marco regulatorio interno suizo", dijo Tiffanie Chan, analista de políticas de la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres, especializada en leyes sobre cambio climático.
"Pero definitivamente no se trata de un caso exclusivo de Suiza", afirma a la AFP.
Corina Heri, investigadora postdoctoral del Proyecto de Derechos y Remedios Climáticos de la Universidad de Zurich, estuvo de acuerdo.
"Esto no significa en modo alguno que... sólo Suiza tenga un problema", dijo a la AFP.
El martes pasado, el tribunal falló a favor de la asociación suiza Ancianos por la Protección del Clima (2.500 mujeres mayores de 64 años) que se habían quejado de que las "fallas" de las autoridades suizas en la protección del clima podrían "dañar gravemente" su salud.
Las mujeres mayores son particularmente vulnerables a los efectos de las olas de calor, que debido al cambio climático son cada vez más frecuentes e intensificadas, argumentaron.
El tribunal estuvo de acuerdo y dictaminó que los fracasos de la política climática del Estado suizo violaban el artículo 8 de la convención europea de derechos, que garantiza el "derecho al respeto de la vida privada y familiar".
El Acuerdo de París de 2015 estableció objetivos ambiciosos para que los gobiernos reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, con el objetivo de limitar preferiblemente el calentamiento a un aumento de la temperatura global inferior a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales.
Para ayudar a alcanzar ese objetivo, Suiza ha dicho que reducirá las emisiones en un 50 por ciento para 2030, en comparación con los niveles de 1990, y alcanzará el cero neto para 2050.
Ese objetivo es "promedio" a escala global, según el monitor independiente Climate Action Tracker (CAT), que, sin embargo, considera que los objetivos, las políticas y las finanzas climáticas de Suiza son "insuficientes" para ayudar a alcanzar los objetivos de París.
"Las políticas y acciones climáticas de Suiza hasta 2030 necesitan mejoras sustanciales para ser consistentes con limitar el calentamiento a 1,5°C", dice.
Para alcanzar su objetivo para 2030, Suiza necesitaría reducir sus emisiones en al menos un 35 por ciento para el próximo año, según Geraldine Pflieger, directora del Instituto de Ciencia y Medio Ambiente de la Universidad de Ginebra.
Pero por ahora, Suiza ha reducido las emisiones en menos del 20 por ciento, que era el objetivo que se había fijado, y no cumplió, para 2020.
"Suiza no sigue una trayectoria favorable", afirma Pflieger a la AFP.
En comparación, la Unión Europea en su conjunto ha reducido las emisiones en un 31 por ciento, mientras que los expertos creen que está en camino de alcanzar más del 60 por ciento para 2030, señaló Pflieger.
Pero Chan enfatizó que muchos países individuales dentro de la UE tampoco han cumplido sus objetivos para 2020.
"Hay muchos desafíos en toda Europa, que son similares a este caso."
Sin embargo, la comparación parece peor para Suiza si se considera su fuerte dependencia de proyectos de compensación de carbono en el extranjero para cumplir con los recortes prometidos, dicen los expertos.
No cuantifica en qué medida planea depender de dichas compensaciones para alcanzar sus objetivos, algo que el CAT describió como "altamente problemático".
"La medida en que Suiza depende de ellos es enorme", dijo a la AFP Charlotte Blattner, profesora titular y experta en derecho climático de la Universidad de Berna.
Estos proyectos, lamentó, normalmente "carecen de trazabilidad, no son realmente verificables".
Además, depender de ellos significa que "Suiza pierde la oportunidad de transformar básicamente su propia infraestructura de una manera que se alinee con las políticas climáticas".
Un problema importante que separa a Suiza de sus pares es su sistema de democracia directa, que permite votaciones populares sobre una amplia gama de temas, lo que a veces ralentiza o descarrila las políticas aprobadas por el gobierno y el parlamento.
En 2021, los votantes rechazaron un nuevo CO2 ley, retrasando su implementación.
Finalmente, el año pasado, los votantes respaldaron un nuevo proyecto de ley climático destinado a guiar al país hacia la neutralidad de carbono para 2050.
"La democracia directa no ha sido una buena amiga para implementar políticas climáticas suizas", afirmó Pflieger.
Blattner destacó, sin embargo, que el gobierno suizo puede actuar rápidamente en algunos casos.
Señaló cómo el año pasado se tomaron medidas de emergencia durante un fin de semana para rescatar al segundo banco más grande del país, Credit Suisse, de la quiebra.
"Aquí no era necesario ningún voto democrático del pueblo", afirmó.
"Creo que el gobierno debería pensar más... en instituir (medidas) efectivas contra el cambio climático en lugar de esconderse detrás de excusas".
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