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    Cómo popularizar la acción climática

    Crédito:BBSTUDIOPHOTO/Shutterstock

    Se necesita una acción ambiciosa para evitar que las temperaturas globales promedio superen los 1,5 °C. Pero algunas medidas para reducir el uso de combustibles fósiles y desarrollar industrias alternativas han provocado resistencia. Los parques eólicos pueden ser una fuente común de ira pública, al igual que los impuestos al carbono, como muestran las grandes protestas en Francia y Australia.

    La oposición a la acción climática también puede surgir cuando las personas se enfrentan a las consecuencias de alejarse de los combustibles fósiles en la vida cotidiana, ya sean cambios en la forma en que viajamos, comemos y calentamos o enfriamos nuestros hogares. Incluso cuando las personas están ampliamente a favor de hacer algo sobre el cambio climático, ese apoyo puede evaporarse cuando se trata de cambios en sus rutinas diarias.

    Entonces, ¿cuál es el secreto para popularizar la acción climática? Los académicos han convergido en dos ingredientes clave:equidad y participación.

    Patrimonio

    Los costos y beneficios de la acción climática deben distribuirse de manera justa, y las personas que probablemente tengan dificultades para hacer frente a cualquier cambio necesitan apoyo. En Columbia Británica, Canadá, la resistencia a los impuestos al carbono de base amplia sobre los combustibles fósiles en el transporte y la generación de electricidad ha sido leve. Una de las razones de esto es que el gobierno provincial ofreció créditos fiscales a los residentes de bajos ingresos para compensar el golpe financiero.

    El movimiento de los chalecos amarillos (gilets jaunes en francés) lideró una respuesta muy diferente al aumento de la tasa de combustible en Francia en 2018-19. Este aumento de precios afectaría desproporcionadamente a las personas que ya tienen dificultades financieras. Si no se distribuyen de manera justa los costos de la acción climática, se corre el riesgo de provocar una protesta pública y alejar a las personas que de otro modo podrían apoyar tales medidas.

    Cuando se elabora una política climática, existe la oportunidad de no solo evitar este tipo de reacciones violentas, sino también de hacer que la gente se entusiasme con los beneficios más amplios de la descarbonización. Esta idea está en el corazón del concepto del nuevo trato verde. Por ejemplo, aislar las casas y construir viviendas asequibles con bajas emisiones de carbono podría reducir drásticamente las facturas de energía y las emisiones al mismo tiempo. La creación de una agricultura respetuosa con la naturaleza ofrece alimentos más saludables y una vida silvestre enriquecida. Ampliar y mejorar el transporte público ayudaría a aliviar la congestión y permitiría a las personas respirar un aire más limpio.

    Participación

    A veces, las personas que impugnan una política no están en contra de tomar medidas sobre el cambio climático, simplemente quieren que las cosas se hagan de manera diferente. Por ejemplo, en el caso de los chalecos amarillos, una nueva investigación sugiere que muchos manifestantes exigían que los procesos para decidir la acción climática fueran más inclusivos. En Francia, Irlanda y el Reino Unido se han utilizado asambleas climáticas y otros tipos de consultas que permiten que el público tenga voz en la dirección de la política climática nacional y regional.

    La investigación muestra que la participación debe ser significativa para que el público acepte los resultados. Cuando se invita a la gente a desarrollar políticas, los gobiernos que no ponen en práctica sus recomendaciones corren el riesgo de erosionar la confianza.

    El mismo problema puede ocurrir cuando los gobiernos no aclaran cómo se utilizarán las decisiones de las asambleas de ciudadanos. Los consejos a los que llegan los miembros del público en estos procesos deliberativos pueden dejarse de lado si compiten con la influencia de figuras poderosas como los cabilderos de la industria. En última instancia, los políticos no deben utilizar la participación pública para subcontratar, retrasar o desviar la responsabilidad de decisiones difíciles.

    Por lo tanto, si bien no hay respuestas fáciles sobre cómo legitimar la agenda climática de un gobierno, es importante prestar mucha atención a la equidad y la participación. Eso significará abordar las desigualdades en la distribución de la riqueza y fortalecer los procesos democráticos para que sean capaces de la planificación a largo plazo necesaria.

    En países de todo el mundo, las encuestas sugieren que las personas están más preocupadas que nunca por el cambio climático. Canalizar la preocupación pública hacia acciones concretas que mejoren vidas es el mejor curso de acción que recomienda la investigación. Pero a medida que los gobiernos implementan políticas climáticas, también es muy importante que sigan aprendiendo de la experiencia.

    La inversión pública a gran escala y las políticas industriales para gestionar la transición de los combustibles fósiles forman parte cada vez más del debate climático. Esto habría sido impensable hace apenas unos años. Las formas nuevas y creativas de lidiar con el cambio climático que inviten a la gente común al proceso pueden generar más entusiasmo y alejar el enfoque de los límites y el sacrificio.

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