La presa del río Berg el 7 de marzo de 2018 está llena en un 48%. Autor proporcionado
Posponer el Día Cero en Ciudad del Cabo para 2018 no es ninguna sorpresa. No tenía sentido una vez que el día se había adelantado al período de lluvias invernales. Tampoco tenía sentido que los gobiernos de Western Cape y Ciudad del Cabo siguieran elaborando planes logísticos detallados para los puntos de distribución de agua en caso de que se cerraran los grifos en toda la ciudad.
Pero el suministro de agua de Ciudad del Cabo sigue estando en alto riesgo porque las predicciones a largo plazo de las precipitaciones en el suroeste del Cabo siguen siendo inciertas. Los niveles de las presas continúan cayendo mientras la gente lucha por alcanzar el objetivo de la ciudad de 450 millones de litros por día. Y los rendimientos de los nuevos esquemas de agua solo se conocerán en los próximos meses y el próximo año.
La percepción general es que el inicio del cambio climático sería lento y mesurado. Esto daría a las autoridades tiempo para intervenir con planes considerados. Pero el cambio climático es un disruptor y no toma prisioneros. Durante los últimos tres años, Ciudad del Cabo y las regiones circundantes han experimentado años sucesivos de precipitaciones muy por debajo del promedio. La experiencia está cambiando la forma en que la gente piensa sobre el agua y cómo se gestiona.
Hay cinco lecciones clave que se han aprendido hasta ahora.
1. Adaptación al cambio climático
La gran lección es estar mejor preparado para hacer frente a una sequía prolongada. Ciudad del Cabo era, y sigue siendo, poco preparado. Más del 95% del agua de la ciudad proviene de presas de agua superficial. Después de tres años de lluvias por debajo del promedio, el más bajo registrado, las presas ahora están vacías.
Hace sesenta años, la ciudad australiana de Perth se encontraba en una situación similar con la mayor parte de su suministro de agua de las represas. La gran sequía australiana lo cambió todo. Más del 50% de su suministro de agua proviene de plantas desaladoras y el 40% de las aguas subterráneas.
Una ciudad resistente al agua debería ser capaz de reducir el riesgo mediante la diversificación de las fuentes de agua para incluir el suministro de agua subterránea, agua de tormenta, agua reutilizada, efluentes tratados y desalación. Elástico, Las ciudades sensibles al agua también integran todo el ciclo urbano del agua en su sistema de gestión de recursos hídricos. Esto significa, por ejemplo, ser más inteligente a la hora de capturar la lluvia en toda la ciudad, en el almacenamiento de aguas pluviales bajo tierra, y en la reutilización de efluentes tratados para una variedad de propósitos no necesariamente para beber.
Las ciudades son las nuevas captaciones. No debería haber ninguna razón para dudar en la implementación de estas acciones. No solo protegerán el clima de la ciudad, también los convertirán en lugares más saludables y sostenibles para vivir.
2. Las ciudades lideran
No se puede esperar que el gobierno nacional lidere a las ciudades en el tratamiento de la escasez de agua y la sequía. Ésta es la experiencia de muchas ciudades que enfrentan la escasez de agua. Los gobiernos locales están en una mejor posición para tomar medidas decisivas y actuar a escala local donde puedan involucrar a los ciudadanos, comunidades y empresas para evitar la crisis del agua. Los gobiernos nacionales tardan en intervenir, y cuando lo hacen, sus acciones a menudo no son en la escala correcta o no son lo suficientemente oportunas.
Las ciudades necesitan más autonomía para actuar con decisión, aunque proactivo, El apoyo y la cooperación intergubernamentales son útiles y necesarios.
3. Mida más, administrar mejor
"No se puede gestionar lo que no se mide" debería ser el grito de guerra para mejorar la calidad de los datos y el análisis necesarios para respaldar e informar las decisiones. Una ciudad sin datos confiables tendrá dificultades para implementar planes estratégicos y prioridades. Un buen ejemplo es Melbourne, una de las primeras ciudades del mundo en implementar la medición de agua digital en toda la ciudad.
La medición y el seguimiento son fundamentales para comprender la demanda y los caudales de agua. Pero no todos los datos son útiles y más datos añaden poco valor en ausencia de sistemas de informes y análisis sólidos.
4. Mensajes contradictorios
Las respuestas públicas a las comunicaciones y los mensajes emitidos por las autoridades locales suelen ser impredecibles. Y las redes sociales son rápidas e implacables en su crítica de los mensajes. Los políticos y los funcionarios a menudo no corrigen estas percepciones, lo que puede resultar en el intercambio de información errónea. El sitio web de concienciación pública de la ciudad de Ciudad del Cabo ha sido reconocido mundialmente, por ejemplo por la Asociación Estadounidense de Obras Hidráulicas, como uno de los mejores. Pero la evidencia contundente hace poco por cambiar la opinión pública.
Lo que los ciudadanos realmente quieren saber es qué acciones se están tomando para paliar la crisis y aliviar el riesgo. En el caso de Ciudad del Cabo, la ciudad ha estado informando sobre el estado del agua proporcionando información sobre los niveles de las presas, Demanda de agua, modelos y calidad del agua. Lo que no ha hecho lo suficientemente bien es contener el nivel de desinformación compartida en el dominio público y los medios.
5. Confianza pública
Sobre todo, La confianza pública es clave para fomentar el ahorro de agua y ayudar a generar confianza en la gestión de la crisis. La confianza se ve reforzada por una combinación de factores. Estos incluyen honesto, mensajes creíbles cuando se demuestre y comprenda el progreso hacia la prevención de la crisis, y cuando los ciudadanos comunes, las comunidades y las empresas se comprometen a realizar una contribución significativa. La confianza gana impulso cuando se escuchan las voces de los ciudadanos y cuando los políticos y los funcionarios responden en consecuencia.
Grandes ciudades que han experimentado crisis hídricas continuas, como Sao Paulo, A menudo son criticados por no establecer acuerdos público-privados y asociaciones sólidas.
Planificación para la incertidumbre
La forma en que las ciudades se anticipan y se preparan para adaptarse a las condiciones de sequía depende de factores como su capital técnico y humano.
Pero si las ciudades van a ser más resilientes y receptivas al cambio climático, entonces será necesaria una búsqueda de nuevos suministros de agua. También es fundamental establecer nuevas formas de gobernanza. Es necesario explorar enfoques innovadores porque es posible que aún no sepamos cómo deberían ser. El futuro es incierto pero hay mucho que se puede hacer en este momento y necesitamos aprender algunas lecciones difíciles.
Este artículo se publicó originalmente en The Conversation. Lea el artículo original.