El estudio utilizó un modelo informático para simular el movimiento de las corrientes oceánicas y las larvas de peces durante un período de 10 años. El modelo demostró que incluso las pesquerías que están a miles de kilómetros de distancia pueden estar conectadas por las corrientes oceánicas.
Por ejemplo, el estudio encontró que una disminución en la abundancia de peces en el Océano Atlántico Norte podría conducir a una disminución en la abundancia de peces en el Océano Pacífico, a pesar de que los dos océanos están separados por las Américas. Esto se debe a que las corrientes oceánicas pueden transportar larvas de peces de un océano a otro.
El estudio también encontró que algunas pesquerías están más conectadas entre sí que otras. Por ejemplo, las pesquerías en los trópicos están más conectadas entre sí que las pesquerías en la zona templada. Esto se debe a que los trópicos tienen corrientes oceánicas más fuertes que la zona templada.
Los hallazgos del estudio tienen implicaciones importantes para la gestión pesquera. Muestran que los administradores pesqueros deben tener en cuenta los impactos potenciales de sus decisiones en otras pesquerías, incluso si esas pesquerías están ubicadas lejos.
El estudio también destaca la importancia de la cooperación internacional en la gestión pesquera. Muestra que la salud de las pesquerías del mundo depende de las acciones colectivas de todos los países.