1. Probable: La hipótesis debe ser probada a través de la experimentación u observación. Esto significa que debe ser lo suficientemente específico como para permitir resultados medibles.
2. Falsificable: La hipótesis debe ser capaz de demostrar que está equivocado. Esto significa que no es una declaración de verdad absoluta, sino una explicación propuesta que puede ser cuestionada y potencialmente rechazada a través de la evidencia.
3. Específico: Una buena hipótesis no es una declaración vaga. Identifica claramente la relación entre las variables que se investigan y el resultado esperado.
4. Claro y conciso: La hipótesis debe ser fácil de entender y comunicarse. Evite la jerga o el lenguaje ambiguo.
5. Basado en el conocimiento previo: Si bien la hipótesis es una explicación propuesta, debe estar arraigada en el conocimiento u observaciones existentes. No debe ser completamente aleatorio o desconectado de la comprensión científica existente.
6. Plausible: La hipótesis debe ser una explicación razonable para el fenómeno que se está investigando. Si bien debe ser comprobable, no debe ser extravagante o desafiar los principios científicos establecidos.
7. Relevante: La hipótesis debe abordar una pregunta significativa dentro de un campo específico de estudio o área de investigación.
Ejemplo:
Hipótesis mala: "Las plantas necesitan algo para crecer". (Demasiado vago, no comprobable)
Buena hipótesis: "Las plantas cultivadas a la luz solar serán más altas que las plantas cultivadas a la sombra". (Probable, específico, falsificable, basado en el conocimiento previo)
Recuerde, una hipótesis es un punto de partida para la investigación. Está destinado a ser probado y potencialmente revisado o rechazado a medida que se acumula evidencia.