Disponibilidad de oxígeno: Las células musculares suelen tener una gran demanda de energía, especialmente durante el ejercicio intenso. Para satisfacer esta demanda, necesitan un suministro constante de oxígeno. El oxígeno se utiliza como aceptor final de electrones en la cadena de transporte de electrones, que es el último paso de la respiración aeróbica. Sin suficiente oxígeno, la cadena de transporte de electrones no puede funcionar correctamente y no puede producirse la respiración aeróbica. Como resultado, las células musculares dependen de la respiración aeróbica cuando hay oxígeno disponible para maximizar la producción de energía.
Producción de lactato: Durante el ejercicio intenso, es posible que las células musculares no puedan recibir suficiente oxígeno para soportar la respiración aeróbica. Esto puede provocar una acumulación de ácido láctico, un subproducto de la fermentación. La acumulación de ácido láctico puede causar fatiga muscular y calambres, lo que eventualmente conduce a una disminución del rendimiento. Por lo tanto, las células musculares suelen depender de la respiración aeróbica para evitar los efectos negativos de la producción de lactato.