1. Aislar el patógeno:
- El primer paso es identificar y aislar el organismo infeccioso responsable de la infección. Esto puede implicar recolectar una muestra (p. ej., un hisopo o un hemocultivo) del área infectada y cultivarla en un laboratorio.
2. Seleccione antibióticos para realizar pruebas:
- Según el tipo de infección y el organismo causante sospechoso, el científico selecciona un panel de antibióticos para realizar pruebas.
3. Pruebas de susceptibilidad a los antimicrobianos:
- El método más común es la prueba de difusión en disco de Kirby-Bauer, también conocida como método de difusión en disco:
- Se colocan pequeños discos que contienen diferentes antibióticos sobre una placa de agar con las bacterias cultivadas.
- A medida que las bacterias crecen en la placa, se difunden alrededor de los discos de antibióticos.
- Si el antibiótico es eficaz contra las bacterias, se forma una zona clara de inhibición (sin crecimiento bacteriano) alrededor del disco.
- Otros métodos incluyen:
- Método de dilución en agar:Se incorporan diluciones seriadas de antibióticos en placas de agar y se determina la concentración más baja que inhibe el crecimiento bacteriano.
- Microdilución en caldo:Los antibióticos se diluyen en caldo y se registra la concentración más baja que impide el crecimiento bacteriano visible.
4. Interpretación de los resultados:
- Las zonas de inhibición o concentraciones mínimas inhibitorias (CMI) obtenidas de las pruebas de susceptibilidad se interpretan en base a pautas y puntos de corte establecidos.
- El Instituto de Normas Clínicas y de Laboratorio (CLSI) y el Comité Europeo sobre Pruebas de Susceptibilidad a los Antimicrobianos (EUCAST) proporcionan criterios interpretativos estandarizados.
- Los antibióticos que muestran una zona de inhibición suficiente o una CMI baja (que indica susceptibilidad o eficacia frente al patógeno) se consideran adecuados para tratar la infección.
Siguiendo este enfoque sistemático, los científicos pueden determinar el antibiótico más apropiado para una infección específica. Ayuda a garantizar un tratamiento específico, minimiza el riesgo de resistencia a los antibióticos y mejora los resultados de los pacientes.