Los primeros animales terrestres, como los anfibios y los reptiles, no tenían huesos hechos de fosfato de calcio como los humanos modernos y otros mamíferos. En cambio, sus esqueletos estaban hechos de cartílago o hueso de otros materiales.
Como tal, el ácido de la facilidad ósea no habría desempeñado ningún papel en su locomoción o adaptación a la tierra.