Una evidencia que respalda la idea de que los saurópodos eran nadadores es el descubrimiento de sus huesos en ambientes marinos. Por ejemplo, en 2011, un equipo de paleontólogos encontró huesos de un saurópodo titanosaurio en los sedimentos marinos de la vía marítima interior occidental en América del Norte. Esto sugiere que al menos algunos saurópodos podrían nadar lo suficientemente bien como para cruzar grandes masas de agua.
Otra evidencia que apoya la idea de que los saurópodos eran nadadores es la forma de su cuerpo. Los saurópodos tenían cuellos y colas largos y musculosos, que habrían sido útiles para nadar. También tenían cuerpos grandes, lo que les habría ayudado a flotar.
Sin embargo, también hay evidencia que sugiere que los saurópodos no eran animales completamente acuáticos. Por ejemplo, sus piernas eran largas y fuertes, lo que les habría resultado más útil para caminar que para nadar. Sus pies también eran grandes y planos, lo que les habría ayudado a distribuir su peso en tierra.
En conclusión, la cuestión de si los saurópodos nadaban o caminaban aún no está completamente resuelta. Sin embargo, la evidencia sugiere que algunos saurópodos pueden haber sido semiacuáticos y pasar al menos parte de su tiempo en el agua.