- Disminución de la actividad: Los perros con OA pueden ser menos activos de lo habitual, ya que el movimiento puede resultar doloroso. Esto puede provocar aburrimiento y frustración, lo que puede afectar su estado de ánimo.
- Irritabilidad: El dolor de la OA puede hacer que los perros se vuelvan más irritables y se estresen con facilidad. Pueden morder o gruñir cuando los tocan o se les acercan, incluso si lo hacen personas o animales que conocen.
- Depresión: El dolor crónico puede provocar depresión en los perros. Es posible que pierdan interés en actividades que alguna vez disfrutaron, como jugar o comer, y pueden pasar más tiempo durmiendo o aislándose de la interacción social.
- Ansiedad: El dolor de la OA también puede causar ansiedad en los perros. Pueden estar inquietos, caminar de un lado a otro o jadear excesivamente. También pueden ladrar o gemir más de lo habitual.
Si nota algún cambio en el humor o comportamiento de su perro, es importante llevarlo al veterinario para descartar cualquier condición médica, incluida la OA. El diagnóstico y tratamiento tempranos de la OA pueden ayudar a controlar el dolor y el malestar y mejorar la calidad de vida de su perro.