1. Producción de Neurotransmisores y Hormonas:
Las bacterias intestinales producen varios neurotransmisores y hormonas que pueden influir directa o indirectamente en la función y el comportamiento del cerebro. Por ejemplo:
- Serotonina: Ciertas bacterias intestinales producen serotonina, un neurotransmisor implicado en la regulación del estado de ánimo, el control del apetito y la saciedad. Los niveles bajos de serotonina se han relacionado con una mayor ingesta de alimentos y antojos de alimentos azucarados o ricos en grasas.
- Dopamina: Las bacterias intestinales también producen dopamina, un neurotransmisor asociado con la recompensa y el placer. Las alteraciones en la señalización de la dopamina pueden provocar cambios en las preferencias alimentarias y comer en exceso.
- Grelina y Péptido YY (PYY): Las bacterias intestinales pueden modular la producción de hormonas intestinales como la grelina (estimulante del apetito) y PYY (supresora del apetito), lo que influye aún más en la ingesta de alimentos.
2. Ácidos grasos de cadena corta (AGCC):
Las bacterias intestinales producen SCFA como subproductos de la fermentación de la fibra dietética. Los SCFA pueden actuar sobre los receptores del intestino y el cerebro, afectando el apetito y las preferencias alimentarias.
- Acetato, propionato y butirato: Se ha demostrado que estos SCFA reducen la ingesta de alimentos y promueven la sensación de saciedad. También pueden influir en la expresión de genes implicados en el metabolismo energético y la regulación del apetito.
3. Función inmune e inflamación:
Las bacterias intestinales interactúan con el sistema inmunológico y pueden influir en las respuestas inflamatorias del cuerpo. La inflamación crónica se ha relacionado con cambios en las preferencias alimentarias y alteraciones del apetito.
- Lipopolisacárido (LPS): El LPS, una molécula que se encuentra en la membrana externa de ciertas bacterias intestinales, puede provocar inflamación cuando ingresa al torrente sanguíneo. Los niveles elevados de LPS se han asociado con una mayor ingesta de alimentos y obesidad.
4. Comunicación del nervio vago:
El nervio vago sirve como vía de comunicación directa entre el intestino y el cerebro. Las bacterias intestinales pueden activar las neuronas aferentes vagales, enviando señales al sistema nervioso central que influyen en la elección de alimentos y las conductas alimentarias.
5. Modulación de la función de barrera intestinal:
Las bacterias intestinales desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de la integridad de la barrera intestinal. Las alteraciones en la función de la barrera intestinal pueden provocar la translocación de componentes bacterianos al torrente sanguíneo, lo que desencadena respuestas inmunitarias y afecta la función cerebral, incluidas las preferencias alimentarias.
6. Estudios con animales:
Numerosos estudios en animales han demostrado el impacto de las bacterias intestinales en la elección de alimentos y las conductas alimentarias. Por ejemplo:
- Ratones libres de gérmenes: Los ratones criados en ambientes estériles sin bacterias intestinales exhiben preferencias alimentarias y respuestas metabólicas diferentes en comparación con los ratones con microbiota intestinal normal.
- Trasplantes de microbiota fecal: Se ha demostrado que la transferencia de microbiota intestinal de un animal a otro altera las preferencias alimentarias y el peso corporal de los animales receptores.
Si bien estos mecanismos proporcionan información sobre el eje intestino-cerebro y su influencia en la elección de alimentos, es importante tener en cuenta que la relación entre las bacterias intestinales y el comportamiento alimentario es compleja y varía entre los individuos. Factores como la genética, la dieta, el estilo de vida y los factores ambientales también pueden desempeñar un papel importante en la configuración de las preferencias alimentarias y los hábitos alimentarios.
Se necesita más investigación para comprender completamente la intrincada interacción entre la microbiota intestinal y la función cerebral, y cómo influye en la elección de alimentos y la salud en general. Este conocimiento podría conducir al desarrollo de nuevos enfoques terapéuticos dirigidos a las bacterias intestinales para promover hábitos alimentarios más saludables y combatir los trastornos relacionados con la obesidad.