En la Amazonia ecuatoriana, las mariposas proporcionan un indicador del cambio climático
Aproximadamente tres cuartas partes de los cultivos que producen frutos o semillas para consumo humano dependen de la polinización, incluida la de las mariposas.
Los biólogos en un sendero en la Amazonía ecuatoriana contienen la respiración mientras distribuyen un manjar maloliente para atraer a las mariposas, polinizadores críticos cada vez más amenazados por el cambio climático.
Un equipo ha colgado 32 trampas hechas con redes verdes, cada una de ellas cebada con pescado podrido y plátanos fermentados. Están destinados a mezclarse con el dosel del bosque. Su olor acre claramente no lo hace.
Desde agosto pasado, un equipo de biólogos y guardaparques ha estado monitoreando el número de mariposas en la Reserva de Vida Silvestre Cuyabeno, un parque famoso por su abundante flora y fauna.
Atrapan y documentan los coloridos insectos, y liberan a la mayoría con una marca de identificación en sus alas. Algunos de ellos, posiblemente de especies previamente desconocidas, se conservan para su posterior estudio.
Los resultados del trabajo del equipo, sin embargo, han sido desalentadores.
Las mariposas son "bioindicadores", organismos vivos cuyo bienestar proporciona una medida de la salud del ecosistema que las rodea, y su número está disminuyendo, explicó a la AFP la bióloga María Fernanda Checa.
Si bien es posible que el número de especies no haya disminuido en más del 10 por ciento, en términos de números absolutos de mariposas "la disminución es muy significativa... tal vez del 40/50 por ciento", dijo.