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    Las cárceles de mujeres:por qué hacen más daño que bien
    Las cárceles de mujeres a menudo se consideran un mal necesario, un lugar para mantener a los delincuentes peligrosos fuera de las calles. Sin embargo, un creciente conjunto de pruebas sugiere que las cárceles de mujeres en realidad hacen más daño que bien.

    1. Las cárceles de mujeres son traumatizantes.

    La experiencia de estar encarcelado puede ser traumática para cualquiera, pero lo es especialmente para las mujeres. Las mujeres en prisión tienen más probabilidades de ser víctimas de agresión sexual, abuso físico y abuso emocional que los hombres en prisión. También tienen más probabilidades de sufrir problemas de salud mental y trastornos por abuso de sustancias.

    2. Las cárceles de mujeres son ineficaces.

    Las cárceles de mujeres no son efectivas para disuadir el crimen o rehabilitar a los delincuentes. De hecho, los estudios han demostrado que las mujeres que salen de prisión tienen más probabilidades de reincidir que los hombres. Esto se debe a que las cárceles de mujeres no brindan los recursos y el apoyo que las mujeres necesitan para reintegrarse exitosamente a la sociedad.

    3. Las cárceles de mujeres son caras.

    Las cárceles de mujeres son caras de construir y operar. El costo de alojar a una mujer soltera en prisión suele ser más del doble del costo de alojar a un hombre en prisión. Esto se debe a que las cárceles de mujeres requieren más seguridad y una programación más especializada.

    4. Las cárceles de mujeres son innecesarias.

    Las mujeres constituyen sólo un pequeño porcentaje de la población carcelaria. En Estados Unidos, las mujeres representan menos del 10% de todos los presos. Esto significa que la gran mayoría de las mujeres encarceladas podrían ser supervisadas de forma segura en la comunidad.

    5. Alternativas a las cárceles de mujeres.

    Hay varias alternativas a las cárceles de mujeres que son más efectivas, menos costosas y menos traumatizantes. Estas alternativas incluyen programas comunitarios, como centros de reinserción social y libertad supervisada, así como programas de desvío, como tribunales de drogas y tribunales de salud mental.

    La evidencia es clara:las cárceles de mujeres hacen más daño que bien. Es hora de invertir en alternativas a las cárceles de mujeres que sean más efectivas, menos costosas y menos traumatizantes.

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