Los investigadores analizaron 24 reuniones entre inversores y empresarios y clasificaron la cantidad de pasión y entusiasmo en cada discurso. Se encuestó a los inversores para conocer sus impresiones sobre la propuesta y sus posibilidades de éxito. El resultado mostró que los inversores veían las propuestas con más pasión y entusiasmo de manera menos positiva, percibiéndolas como menos valiosas.
Los investigadores creen que existen varias razones para este fenómeno. Una es que los inversores pueden percibir demasiada pasión y entusiasmo como una falta de control y profesionalismo. Otra es que se puede considerar que los empresarios demasiado apasionados son más propensos a estar impulsados por su propio ego que por los intereses de los inversores.
Los investigadores sugieren que los empresarios deberían ser conscientes de los posibles efectos negativos de una pasión y un entusiasmo excesivos en un discurso, y deberían aspirar a un enfoque más controlado y mesurado.