Estuvo en todas partes en las noticias y las redes sociales. En septiembre de 2023, 10.000 inmigrantes llegaron a la isla de Lampedusa, más del doble de la población de la isla de 6.000 habitantes y abrumaron sus recursos. Los inmigrantes, en su mayoría hombres del África subsahariana y Oriente Medio, tuvieron que dormir al aire libre, y el centro de recepción de la isla sólo estaba diseñado para 400 personas.
Días después, la primera ministra italiana, Georgia Meloni, visitó la isla junto con la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien presentó un plan de 10 puntos para frenar el flujo migratorio. Estos incluyeron llamados a "aumentar la concienciación y las campañas de comunicación para desincentivar los cruces del Mediterráneo" y a "intensificar la cooperación con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados Humanos (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)".
A pesar de la fanfarria con la que se hicieron estos anuncios, sus métodos no eran nuevos.
La OIM, actor destacado en este ámbito, lleva décadas organizando campañas de este tipo. Uno de los más notables fue "Migrantes como mensajeros", que tuvo lugar en Senegal, Guinea y Nigeria desde diciembre de 2017 hasta marzo de 2019. A lo largo de la campaña, los ayuntamientos proyectaron testimonios en vídeo de migrantes retornados, seguidos de preguntas y respuestas con migrantes que actuarían como "mensajeros" para disuadirlos de embarcarse en el peligroso viaje.
En 2022, ACNUR también lanzó la campaña "Contar la historia real" en varios países africanos. Basándose principalmente en un sitio web y una página de Facebook, la campaña pretende "contar la historia real" enfatizando las terribles experiencias que aguardan a los posibles inmigrantes irregulares, como el contrabando y la trata de personas.
El argumento es siempre el mismo:los posibles emigrantes en África desconocen los riesgos y deben ser informados para que tomen la decisión correcta, que es quedarse en casa o migrar sólo si tienen derecho a hacerlo. Este mensaje se complementa con información sobre las oportunidades en el país de origen y sobre el deber de los africanos de contribuir al desarrollo de su país.
Según un informe del programa de investigación europeo "Bridges", la UE ha gastado más de 23 millones de euros desde 2015 para organizar cerca de 130 campañas de información.
Si bien Europa está a la vanguardia de este tipo de iniciativas, no está sola. Australia se ha distinguido por sus mensajes particularmente mordaces, con una campaña de 2014 dirigida directamente a las personas tentadas por la inmigración irregular en términos crudos:"NO HAY MANERA. No harán de Australia su hogar". Años más tarde, en 2019, la estrategia fue promocionada con entusiasmo por el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Las campañas también pueden ser organizadas por empresas privadas u ONG. Por ejemplo, la empresa social Seefar llevó a cabo una amplia campaña de información sobre los riesgos de la migración en Senegal en 2021, llegando a 1.987 jóvenes en todo el país, según la organización. Además de sus misiones de rescate en el Mediterráneo, la asociación española Proactiva Open Arms también llevó a cabo una campaña de sensibilización en el mismo país, el proyecto "Origen".
Sin embargo, todas estas iniciativas y actores se enfrentan a un problema importante:nadie es capaz de demostrar la eficacia de estas campañas.
Sin embargo, a medida que aumentan los presupuestos dedicados a ellas, algunos estudios han comenzado a analizar seriamente el impacto de las campañas.
En 2018, un estudio de la OIM señaló que las campañas son difíciles de evaluar porque tienen un doble objetivo:reducir la inmigración irregular, pero también proporcionar información.
A veces sólo se logra uno de los dos objetivos:en 2023, un estudio dedicado a "Migrantes como mensajeros" de la OIM mostró que esta campaña aumentó el nivel de información, pero no logró reducir las salidas.
En general, aunque lleva 30 años organizando campañas de este tipo, la OIM ha realizado sólo unos pocos estudios de impacto tardíos. Esto se debe a que medir seriamente la efectividad de las campañas es costoso, pero también parece que los estados europeos prefieren multiplicar las campañas en lugar de financiar evaluaciones.
La situación es aún más confusa con otros actores. Seefar, por ejemplo, afirma que, en entrevistas de seguimiento, el 58% de los espectadores de su campaña informaron haber abandonado su proyecto de migración. Pero en ausencia de información básica sobre este hallazgo, como el número de entrevistas o el cronograma a lo largo del cual se siguió a los entrevistados, es difícil saber si esto es más que un enfoque de "dedos mojados" para justificar los fondos recibidos por esta empresa privada.
Proporcionado por The Conversation
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