El ambiente de "La marea sube, la marea baja" es de contemplación, reflexión y aceptación del ciclo natural de la vida. El poema observa el flujo y reflujo de las mareas y, a través de ellas, explora la impermanencia y la interconexión de todas las cosas. El tono es sereno, introspectivo y lleno de una sensación de asombro y asombro ante la inmensidad del océano y la fuerza perdurable de la naturaleza.