Sin embargo, las currucas carriceras han desarrollado una serie de estrategias para defender sus nidos de los cucos. Una de las estrategias más efectivas es su capacidad para reconocer y rechazar los huevos de cuco. Las reinitas comunes tienen un agudo sentido de la visión y son capaces de distinguir entre sus propios huevos y los huevos de cuco según el tamaño, la forma y el color. Si una curruca común encuentra un huevo de cuco en su nido, normalmente lo arrojará o lo perforará con el pico.
Además de su capacidad para reconocer y rechazar los huevos de cuco, las reinitas también participan en una forma de vigilancia del vecindario. Cuando una reinita común ve un cuco en su territorio, emitirá una llamada de alarma, que alerta a otras reinitas comunes en el área. Esto puede llevar a que un grupo de reinitas acosen al cuco, lo que puede disuadir al cuco de poner huevos en sus nidos.
Las reinitas torcaces también utilizan su sistema de vigilancia vecinal para proteger sus nidos de otros depredadores, como halcones y búhos. Cuando se detecta un depredador, las reinitas torcaces harán sonar una llamada de alarma y toda la colonia se unirá para defender sus nidos. Esta estrategia de defensa colectiva es muy eficaz y es una de las razones por las que los carriceros tienen tanto éxito en la crianza de sus crías.
La capacidad de la reinita común para reconocer y rechazar los huevos de cuco, combinada con su sistema de vigilancia vecinal, es un ejemplo notable de cómo las aves han desarrollado defensas contra el parasitismo de cría. Estas estrategias han permitido que los carriceros prosperen en su entorno y sigan siendo una de las especies reproductoras más comunes en los humedales de todo el mundo.