Las posibles consecuencias del deshielo del permafrost son de gran alcance y difíciles de predecir. El deshielo del permafrost puede:
- Desestabilizar infraestructuras como carreteras, ferrocarriles, oleoductos y edificios construidos sobre suelo helado.
- Alterar los paisajes creando nuevos lagos, humedales y ríos, y aumentando el riesgo de inundaciones y deslizamientos de tierra.
- Liberar grandes cantidades de gases de efecto invernadero, contribuyendo a un mayor calentamiento y cambio climático.
- Reducir la cantidad de agua dulce disponible para beber, irrigar y generar energía hidroeléctrica, ya que el permafrost actúa como un depósito natural de agua.
- Perturbar los ecosistemas al alterar el hábitat de plantas y animales, particularmente en el Ártico, donde muchas especies están adaptadas a condiciones frías.
El deshielo del permafrost también podría tener importantes impactos globales. La liberación de gases de efecto invernadero podría acelerar el cambio climático, provocando fenómenos meteorológicos más extremos, aumento del nivel del mar y perturbaciones generalizadas de los ecosistemas. También podría afectar la agricultura y la seguridad alimentaria, así como desencadenar migraciones y conflictos a medida que las personas se vean desplazadas de sus hogares debido a cambios ambientales.